Escrito por Estalin Gamarra Durán

Vivimos en macros y micros universos que son vastos campos en donde la significación es la articulación del sentido;

en donde cada uno de sus objetos es signo que la conciencia semiótica descubre; pero ocurre que hay que despertar en el sujeto esa conciencia, porque el ser humano no se descubre de manera directa, hay que hacer que se descubra, que despierte, que se ilumine con la ayuda de un saber hacer. Hay que activar la imaginación para concienciarnos de que todo objeto vinculado a nosotros es signo. Cuando  se tiene conciencia de la vastedad de la significación, la curiosidad se alimenta a cada instante. Mientras menos desarrollada esté la sensibilidad de una persona, menos serán las indagaciones de la conciencia acerca de lo que la rodea; menor será su vinculación con los signos de su entorno y con lo universal.

De la crisis

Una sociedad no encuentra jamás donde mejor reconocerse que en un periodo de crisis.

Toda crisis es una mutación importante en el desarrollo de un proceso, sea éste de orden físico, histórico o espiritual. En general, la crisis no es un fenómeno visible, ya que transcurre subyacentemente. Ese transcurrir se hace en forma de un recorrido de tipo dinámico, que sugiere una progresión de un punto a otro gracias a instancias intermediarias. Así, podemos referirnos a un recorrido de un fenómeno, de un objeto o de un sujeto, que va desde lo más simple a lo más complejo, de lo más abstracto a lo más concreto; y de un recorrido narrativo que implica la existencia de los diversos programas, tanto generales como de uso en donde se inscribe el sentido de la vida.

René Thom dice que la crisis muy a menudo se manifiesta sólo a través de una perturbación de un proceso; que ésta anuncia con frecuencia la catástrofe a la que precede y a veces provoca. También señala que la perturbación es de tipo cuantitativo y no cualitativo. Lo cuantitativo se refiere a la porción de la magnitud de la perturbación, a su tamaño y no a los caracteres o manera de ser que la distinguen, que sería lo cualitativo.

La mutación es una transformación y ésta es una operación lógica situada en el nivel de la estructura semiótica profunda, que consiste en el paso de un término a otro. Si este paso es de orden físico, se puede decir que hay una transformación de un cuerpo sólido a uno líquido, como en el caso del hielo al agua; si es histórico, de una monarquía a un Estado revolucionario y si es espiritual sería como la iluminación alcanzada por Siddharta Gautama.

Esta transformación llamada crisis se produce debido a una carencia, que no es más que una situación conflictiva en el ambiente que perturba al sujeto comunitario o al individual: el sujeto está disjunto de algo y la forma de resolver la crisis es conjuntándose de nuevo con ese objeto perdido o haciéndolo con un nuevo objeto del que ha estado en busca. En ambos estados de conjunción el sujeto obtiene, debido a la supresión de la carencia, una gran satisfacción, sin importarle que la atenuación de la crisis sea verdadera o falsa; pero en el caso de que sea falsa, la solución a la crisis también lo será, con todas las graves consecuencias que esto acarrea, pues el sujeto se aferrará a esta falsedad provocando la aparición de una nueva crisis con desastrosas consecuencias.

Fotografía de Jeffrey Czum

El cambio

Todo cambio se origina por presión, tanto en el reino natural como en el social.

Cuando la presión es muy fuerte, ésta actúa como un catalizador de la mutación. Los biólogos lo saben muy bien. En lo social tenemos hitos históricos: la Revolución Francesa con todas sus promesas redentoras convertidas en carnicería; la de los Soviets, cínicamente mantenida como el sueño de la humanidad, que en Occidente, a pesar de lo que se decía o sabía, se mantuvo como la gran ilusión y no como la pesadilla de un régimen de terror hasta que la evidencia derrumbó la muralla; la afortunada desaparición de la Unión Soviética, otra revolución; la caída del muro de Berlín; la Cubana, que, increíblemente, todavía produce admiradores ¿incapaces? de ver los miles de cadáveres por sobre los que tienen que caminar; la posibilidad de juzgar en el Tribunal Internacional de La Haya a quienes cometan crímenes contra la humanidad… Las presiones se efectúan de acuerdo con la situación que se presente. El cambio puede tardar, pero los nuevos efectos de sentido carcomen los viejos y los van convirtiendo en polvo. Esos efectos roen y taladran, produciendo un ruido perceptible… como el que se oye en la vida de los personajes del escritor inglés Martin Amis, en su novela La casa de los encuentros, seres destruidos en el gran gulag que pasó a ser la Unión Soviética y su Revolución de Octubre.

Nadie pareció atender la advertencia de Bertrand Russel en 1921 (¡el sueño comenzaba y no había que despertar a la Bella Durmiente antes de que la Bestia hubiera desarrollado toda su capacidad asesina!), cuando se divulgó la entrevista que le hizo a Lenin y éste le dijo a sangre fría que no importaba cuántos muertos hubiera con tal de lograr el objetivo. Oh, Nathalie, la place rouge déserte!

Fotografía de Jeffrey Czum

    Conexiones

X Congreso Latinoamericano de Semiótica

Como será o amanhã? Já passados o ímpeto futurista do século XX e a ânsia adivinhatória da virada para o século XXI, deparamo-nos agora, a um só tempo, com imprevisibilidades, incertezas, indeterminações e poucas garantias –– talvez somente a de que, se pode haver um...

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