El cuerpo es un complejo sígnico, dotado de numerosas variables comunicativas y expresivas de valores que permean toda la acción del hombre.

En cierto modo, el cuerpo es nuestro capital simbólico mínimo: con él nacemos, aparecemos ante el mundo y decimos, antes que cualquier otro mensaje, que estamos ahí, que somos, que existimos. Luego vendrán sucesivas ampliaciones de la  signicidad inicial con la que se nace: tendremos un nombre, haremos unos gestos, emitiremos unos balbuceos, nos vestirán de determinada manera… hasta llegar a las intervenciones, internas y externas, que modificarán el funcionamiento de nuestro cuerpo, su apariencia, la manera cómo seremos percibidos y la manera como nos auto percibimos. El cuerpo es, pues, nuestra carta de presentación pero también es nuestra identificación como ser en el mundo.

Como signo, el cuerpo tiene una dimensión  sintáctica, una dimensión semántica y una dimensión pragmática. En cuanto a la primera, el cuerpo es en sí mismo un sintagma, en el que se articulan  órganos fisiológicos internos (corazón, pulmones, etc.) y componentes externos (brazos, piernas, cabeza, etc.), que tienen connotaciones específicas y  que son capaces de articular múltiples significados relacionados con poses, posiciones y movimientos,  los que a su vez se articulan al espacio y al tiempo. Pero además de ser un sintagma en sí mismo, el cuerpo entra en relación/combinación con otros cuerpos, con los que establece relaciones de unión (sexo), oposición (conflicto) o complementariedad (danza, juegos, etc.). Como he dicho, “el cuerpo está dotado de su propia morfología y de su particular imagen, de sus propios olores y texturas, de sus sabores y sonidos, de sus colores y densidades, de su propia historia y de su específica memoria, capaz, finalmente, de construir su particular sintaxis con otros cuerpos” (1).

Desde el punto de vista semántico, el cuerpo es un activo connotador que crea, organiza y transmite continuos mensajes que van desde lo meramente pragmático, a lo estético y simbólico. Las significaciones corporales no sólo está determinadas por su morfología y por los diversos sistemas semiofisiológicos que lo constituyen (color y textura de la piel, olores, movimientos y posiciones), sino también por los sistemas de signos que se le añaden (vestimenta, maquillaje, perfumes, etc.).

Finalmente, desde el punto de vista pragmático, el cuerpo ocupa una posición bivalente pues al mismo tiempo que tiene una relación con el ser que “usa” su cuerpo y que al desdoblarse lo ve como un instrumento, también es un signo-objeto que el otro ve, observa, utiliza; un objeto-signo que encarna la otredad que al significarlo lo limita y lo constriñe.

De: Amusan

¿Qué ocurre cuando ese signo-objeto que es el cuerpo es copiado y reproducido?

¿Qué ocurre cuando el cuerpo, cuya vocación natural es la muerte y la descomposición, es transformado y conservado, tal como ocurre en la exposición Bodies Revealed?

Ciertamente, cuando el cuerpo es sacado de su dimensión “natural” para convertirlo en representación artificial, intervienen unas nuevas dimensiones semióticas. Por un lado, se “alteran” las relaciones sintácticas, semánticas y pragmáticas, pues el signo-objeto deviene “artificializado”, mero objeto material, lo que modifica sus relaciones con los otros cuerpos “naturales” y, por el otro, desaparece la noción de auto percepción, pues tales cuerpos, conservados gracias a un proceso químico de polimerización, carecen de conciencia para-sí-mismos.

Pero hay, además, otra dimensión que enriquece las significaciones de quienes interactúan con estos cuerpos humanos polimerizados. En efecto, cuando vimos la exposición en Buenos Aires, Argentina, en 2007, mucho del asombro particular de los asistentes y de los propios medios que reseñaron la exposición venía más de la posibilidad de relacionarse con catorce seres humanos reales, muertos, que de la detallada presentación de órganos y estructuras corporales. Se trata, pues, de una experiencia semiótica nueva, en la que el cuerpo adquiere la significación de lo que éste es pero sin la vida, es decir sin el funcionamiento normal de los órganos, sin el movimiento, es decir, sin ese componente semántico fundamental del cuerpo: la vida.

De: ifema.es

Como afirmaba Merleau-Ponty, nuestro cuerpo es “un conjunto de significaciones vividas ” (2) o, como alegaba Martin-Juchat, “el cuerpo está en el origen de nuestra capacidad de semiotizar el mundo” (3); en consecuencia, el cuerpo cumple un papel pivotal en la constitución y funcionamiento de la cultura: desde él y en torno a él gira la acción humana y, aunque a veces en el camino sus conexiones con las estructuras socio-culturales se opacan, siempre, de un modo u otro, sus significaciones, su simbolización, sus valores la marcan.

 

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Referencias

  • (1)  Finol, J. (2008). Discurso, Isotopía y neo-Narcisismo: Contribución a una Semiótica del cuerpo. Telos, Vol. 10, No. 3: 383-402.
  • (2)  Merlau, M. (2003[1945]). Phénomenologie de la perception. Paris: Gallimard.
  • (3)  Martin, F. (2001). Anthropologie du corps communicant. État de l’art des recherches sur la communication corporelle. En Média- tion & Information. Anthropologie et Communication, No. 15 : 55-66.


José Enrique Finol  (www.joseenriquefinol.com) es Licenciado en Letras (Universidad del Zulia, Venezuela, 1972), Doctor en Ciencias de la Información y de la Comunicación (Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia, 1980), con postdoctorado en Semiótica y Antropología (Universidad de Indiana, EUA, 1991-1993). Autor de los libros Semiótica, Comunicación y Cultura (1983), Mito y Cultura Guajira (1984), Los Signos de la Crisis (1984), El Neoanalfabetismo (1993), Capillitas a la orilla del camino: una micro-cultura funeraria (en conjunto con David E. Finol), y La Corposfera. Antropo-Semiótica de las cartografías del cuerpo (2015); y de más de ciento veinte publicaciones arbitradas. Ha sido profesor desde 1973 en la Universidad del Zulia, donde en 1984 fundó la revista Opción y en 1997 el Laboratorio de Investigaciones Semióticas y Antropológicas. Fue Presidente de la Fundación Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (1998 – 2000), de la Asociación Venezolana de Semiótica y de la Federación Latinoamericana de Semiótica (2002 – 2005); así como Vicepresidente de la Asociación Internacional de Semiótica (2010 – 2014 y 2014 – 2019). Recibió un Doctorado Honoris Causa de la Universidad del Zulia en 2009. Fue investigador en Ecuador (Prometeo Nivel 1, 2014-2015) y en la Universidad de Lima, Perú.