Escrito por estudiantes en curso

2.

Como hemos visto en la última sesión, los procesos y fenómenos propios del arte están frecuentemente vinculados a una suerte de «corposfera artística», en la cual el cuerpo y el arte interactúan intensamente. ¿Cuáles serían las intersecciones semióticas, es decir significativas, que el arte privilegia cuando representa al cuerpo? ¿Por qué algunos artistas -Picasso, Pollock, etc.- deforman, desarticulan, desaparecen el cuerpo humano? ¿Qué significa?

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 1.

Los medios de comunicación, las redes sociales y las plataformas mediáticas han privilegiado un proceso de transformación del cuerpo en espectáculo.

¿Cuáles son las características-semióticas, sociológicas, económicas, etc.- que el cuerpo adquiere cuando circula en los circuitos de los medios y de las redes sociales y de las plataformas mediáticas?

 

Rosa El Zelah

En los medios de comunicación y en las redes sociales los cuerpos adquieren (algunas) de las siguientes características: 1. la salud: los cuerpos se muestran saludables, haciendo ejercicios como el running, senderismo, entre otros. 2. naturalidad: hay grupos de «influencers» que muestran sus cuerpos como opuestos a los cánones de belleza actuales imponiendo su naturalidad, ejemplo: mujeres exhibiendo sus axilas sin depilar (https://www.rtve.es/playz/20210330/influencers-han-declarado-guerra-cultura-depilacion/2084146.shtml) o mostrando orgullosamente las canas, aceptando el proceso normal de envejecimiento 3. género: en el caso de los hombres aparecen con maquillajes, uñas pintadas, faldas, artículos usados por las mujeres sin declararse gays (Michael Brooks https://www.americadigital.com/belleza/maquillaje/michael-brooks-el-influencer-que-muestra-que-los-hombres-con-bigote-tambien-se-pueden-maquillar-143807 y el ingeniero https://lavozdelmuro.net/hombre-viste-falda/) y otros que exageran movimientos y gestualidad femeninas para recalcar su homosexualidad (el youtuber ‘La Divaza’) y 4. Opulencia: se muestran cuerpos bien vestidos; aunque puedan tener poca ropa están combinadas con accesorios, incluso a veces alusiones explícitas a diseñadores famosos

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Ida Barbati 

Los cuerpos que circulan en los medios y en las redes sociales adquieren aquellas características estéticas que llevan los cuerpos a ser considerados como bellos y aceptables. La estetización de los cuerpos es contextual a los códigos de belleza de cada cultura. En las sociedades occidentales, los cuerpos bellos están asociados a la juventud, a la blanquitud, al capacitismo y por supuesto a roles binarios de género (masculinidad/feminidad). Es interesante observar las diferencias de construcción socio-cultural y estética de los cuerpos feminizados y masculinizados. Siguiendo la línea de Finol (2008), en el primer caso, las partes corporales que más son protagonistas de los cambios estéticos, en particular modo mediante la cirugía, son las partes sexualizadas, como los senos, los labios, los glúteos, etc.. . En el segundo caso, los cuerpos masculinizados se ven modificados mayormente en las partes puramente estéticas sin connotación sexual, como nariz y cabello (pág. 390).
De ahí que las tecnologías de belleza actúan sobre los cuerpos de manera tal que estos puedan ser aceptados socialmente. Sin embargo, se pone en acto una doble moral que afecta particularmente los cuerpos feminizados. Un ejemplo de ello es la censura de la imagen publicitaria de la última película de Almodovar (Madres Paralelas), que representaba un pezón con una gota de leche para hacer referencia a la maternidad de una manera muy material e inminente respecto a la iconografía cristiana que representa una maternidad ficcionada y transcendental. Así que si por un lado, la vida real de las mujeres está afectada por el imaginario hipersexualizado de sus cuerpos, que las llevan a tener qeu adaptarse a una estética construida desde la mirada hetero-masculina, por el otro lado, estas mismas partes de cuerpos, sexualizadas y objetificadas, son objeto de censura por medio de las misma redes sociales y medios publicitarios que producen este imaginario. Asimismo, podríamos reflexionar sobre la potencia de los signos de la “vida real” y de sus efectos políticos respecto a las imágenes que representan las mismas escenas. El acto de amamantar, por ejemplo, es muy mal visto en el espacio público, a ver socialmente prohibido, causando muchos problemas por las maternidades, sobretodo en el ámbito del trabajo o del estudio, mientras que observar escenas de amamantamiento de la “virgen” a su cría (Virgen de la leche de Leonardo da Vinci), en las pinturas renacentistas, es considerada una experiencia sagrada y estética.

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Nicole Müller 

Entiendo que en primer momento, el cuerpo en la estrategia discursiva de los circuitos y plataformas mediáticas, así como las redes sociales; se asiste a ser visto como imagen (característica semiótica), mismas que están sujetas a imaginarios en la sociedad del espectáculo como un modo dominante de la cultura contemporánea. En este contexto surgen los fenómenos de tecnologías de la belleza y su masificación en la vida cotidiana.

Me llevó a reflexionar acerca de las superficies, lo que es un elogio para Flusser, un horizonte de sucesos para Husserl, un corpósfera para Finol, para mí y hasta donde entiendo, guarda una relación a suerte de tejido social como refiere la teoría de Verón, pero también es/está, o sea habita en los dispositivos de enunciación mediáticos (pantallas) que, al igual que si se tratase de un envoltorio, fuese este corporal o de cualquier materialidad, el soporte llámese piel o pantalla, límite fronterizo de encuentros, tiene características porosas y permeables, por tanto: están (espacio) y son (temporal) un modo o una manera de con-tacto de tejidos texturizado (técnicas) por lo mediático dan cuenta de un cambio entre lo antiguo y lo contemporáneo:

El primero era sagrado y el segundo es espectacular, «la primera hurga en las cavidades de la carne, la segunda inventa el inconsciente y saca a flote la interioridad. La primera anuncia por primera vez la importancia de la piel, la segunda consolidad la dermatología como rama de la medicina. La primera redescubre el desnudo en las artes, la segunda inventa el cine, la imagen en movimiento impresa en una membrana o pellícula (pielcita). La primera es terreno de filólogos y humanistas cultores del virtuosismo en las formas literarias, la segunda es cuna de formalistas, lingüistas y vanguardistas que anatomizan el lenguaje y lo llevan hasta el límite mismo de sus posibilidades. Ambas […] épocas afectadas […] irreverentes en su fascinación con lo efímero e impenitentes en su afán de llegar hasta lo más profundo para mostrar que también ahí no hay sino superficie.» (Marurrete, P. pág.261)

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Rafael Gionvanny Jorge León

En la actual sociedad mediatizada que se caracteriza por el hiperconsumo encontramos que la circulación de las imágenes sobre el cuerpo es variada y un gran porcentaje representa el ideal de belleza que está construido bajo ciertos parámetros y cualidades que tienen que ver con la juventud y la perfección, logrando invisibilizar aquellos cuerpos que no alcanzan esos ideales.
En ese sentido los medios de información masiva y las demás plataformas mediáticas legitiman esos ideales, excluyen consciente e inconscientemente la multiplicidad de cuerpos que existen y quizá la lógica comercial se impone y nos conduce de alguna forma a un consumo perverso que se actualiza constantemente.

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Yair Tamayo 

En el contexto de las plataformas sociodigitales, cuerpo humano tiene un tránsito de la construcción del “ser” al “aparecer” y llegar al “parecer”. Es decir, pasa de su instancia íntima, interior, a regir su construcción por imágenes cuya exposición ha sido seleccionada y validada por la colectividad.

Esto, en primera instancia, no es nada negativo o especial. La construcción de la corporeidad se da, de igual manera, al situar la singularidad corporal en contextos sincrónicos y diacrónicos específicos. Sin embargo, se vuelve problemático en el contexto de dichas redes pues las imágenes de esos cuerpos seleccionados para hacerse visibles o convertirse en “modelos” inasequibles sin intervención; a saber, es necesario modificar el cuerpo a partir de tecnologías de la belleza (Finol y Finol, 2008).

Así, el cuerpo está supeditado a imaginarios específicos de belleza y valoración de la juventud. Por ejemplo, el caso expuesto por Rosa en comentarios precedentes respecto al youtuber La Divaza. Se trata de un exponente donde puede observarse la naturalidad de estándares de belleza alejados de las tendencias heterosexuales masculinas. Sin embargo, mantiene una imagen basada en intervenciones a partir de la tecnología de la belleza cuyas implicaciones semióticas son perpetuar dicotomías excluyentes, por ejemplo, rasgos caucásicos sobre otros fenotipos; así como sociales, pues esta exclusión invisibiliza otras conceptualizaciones de “lo bello”.

La apertura de las redes sociodigitales, al tiempo que pueden reproducir estos estereotipos, presentan la oportunidad de incluir otras visiones. Es el caso del fotógrafo ecuatoriano John Bautista, cuyo trabajo busca visibilizar bellezas que los medios tradicionales, así como las redes, han relegado. No es baladí reconocer este tipo de esfuerzos. La corporeidad, al tratarse del capital simbólico primigenio de las personas, es parte fundamental del encuentro con uno mismo y con el otro. Es esencial validar como sociedad la pluralidad de distintas corporeidades.