Miguel Hernández, “el muchachote de Orihuela”, “genial epígono del 27”,

más allá de la generación del 36, a sus escasos 31 años, poeta interrumpido en su promesa de oro más resplandeciente (su lectura es “la historia más pura y profunda de España”), como Osip Mandelshtam, de la misma era terrible.

“Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!” Dice Neruda.

Miguel Hernández. Foto de: https://elpais.com/elpais/2017/03/27/album/1490633888_941712.html#foto_gal_7

Aunque a muchos parecerá estrambótico o incorrecto (sobre todo por las nuevas investigaciones que apuntan a que más que pobreza sufrió de austeridad paterna y sí pobreza en la cárcel y en su infortunado matrimonio por las duras circunstancias de la guerra, me recuerda a María Sabina (la mejor poeta mexicana del siglo XX, según Homero Aridjis, dicho quizá con malicia, quizá con incierta inocencia, quizá con certeza): el rayo, la pobreza, las cabras y montañas los unen, así como su vínculo con lo divino, con lo sagrado (en el sentido de Spinoza, en su madurez, o de San Juan en sus inicios) que es el tejido áureo del todo y de la gran poesía, con el Dios del Ser, con el Ser de Dios, su gran poesía. Uno del esplendor más reciente del español de España y la otra de la gran poesía arcana y arcaica, encantatoria shamánica, que no decía cómo era la rosa sino que la hacía florecer en el sino revelado, llegada y llagada por el rayo de la eternidad de la revelación, el rayo que no cesa, la inspiración, el trance, la iluminación, la poesía, que se une a la voz de los niños santos, el libro de la Luz que sólo podía leer y cantar nuestra poeta sabia de la savia-poesía del Teo-nanácatl, “el Dios dentro de Él”.

Por cierto: La palabra Dios proviene del latín «Deus», y ésta del griego «Zeus», en la mitología el dios de los dioses. «Zeus» cambió a Deus y después a Dios. Deus tiene la misma raíz indoeuropea *dyeu- que «día», y significa sol o brillante.

            La palabra día viene del latín dies y este de la raíz indoeuropea *dyeu- (Dios) e indica dos cosas: el día civil de 24 horas, y la parte de ese día en el que hay luz.

            Un día es un rayo, una grieta o serpiente, el ser sapiente de luz, la luz es Dios.

            En cuanto a su etimología, la palabra Zeus proviene del griego ZeuV, a su vez este nombre deriva de la raíz indoeuropea dyeu-/dyu- que significa “luz diurna”.

Rayo luz diurna en la noche, oscura del alma.

Zeus es una onomatopeya del rayo (quizá de ahí Jeshua, Jesús), el rayo dios de dioses, del latín ra-dius, irradiar, luz por supuesto.

El rayo es el  toro celeste, con el rayo nacen los hongos, niños, sagrados, el rayo es la revelación:

“Ellos son los que hablan […] En el medio está el leguaje. En esta orilla, en el medio y en la otra orilla está el Lenguaje. Con los niños veo a Dios. Ellos hablan y yo tengo el poder de traducir” Dice María.

El trueno de la voz de Dios, en los momentos más terribles de España, de la espadaña más cruel y afilada, afiliada al verdadero mal, y el rayo –no obstante- de su escritura, Miguel uno de mis poetas favoritos iniciales, junto a Góngora, Antonio Machado, Lorca y Neruda, al que leía, como él leía, en la casa familiar, perdonen la referencia personal, a escondidas de mis padres (uno de los signos más tristes de la pobreza) de raíz campesina, pues también teníamos ganado, en nuestro caso porcino, siempre que atender, el caso de él y de María Sabina eran la necias, dulces y valientes cabras. Miguel según una vecinita de la que se compadecía pues ya era nana desde sus escasos años niños, se la pasaba todo el día en los cerros con las cabras comiendo sólo pan y cebolla mientras el padre era devorado por la tarde y los chismes del pueblo sentado a la puerta de su casa, padre austero que sin embargo le permitió estudiar mucho más que a su pandilla, así supo griego, latín, y francés, y a él sí le permitieron estar en el equipo de futbol de Orihuela.

Foto de Villager Boy: https://www.pexels.com/es-es/foto/dos-cabras-marrones-y-negras-2926575/

Miguel, que según Gutierre Tibón, Hernández significa “loa alto de la colina despejada” y para otros “guerrero valiente”, ahora me asombra por su auténtica poesía revolucionaria que es mucho decir, ya que es muy raro se conjunte la poesía y la política y en ese sentido Miguel ha escrito una de las mejores poesías del mundo, pero Miguel va más allá, desde luego, eso sólo demuestra la potencia de su autenticidad, condición esencial de la verdadera gran poesía, amén de la prosodia y retórica perfectas, aunadas a una sólida cosmovisión igual llegada y llagada desde el siglo de oro, Góngora, Quevedo y San juan de la Cruz.

Pobre era quizá, o austero, pero no como María Sabina que no sabía cuánto valía el dinero y cuando lo tuvo le hizo daño pues vivía en una era pagana-católica sin pago material.

Miguel de estirpe campesina religiosa (como María), no pudo amistar con García Lorca, el genio del 27 como él del 36, lo que quizá verdaderamente propició el distanciamiento y no su arrugado traje campesino que al señorito Lorca daba alergia y que Vicente Alexandre no obstante no sacó de su casa a petición de Federico cuando debió leer ahí La casa de Bernarda Alba. Su amistad se realizaría en la eternidad con el poema dedicado por Miguel a Lorca en su nefasta muerte.

María Sabina tenía ropas desgarradas y no usaba zapatos. Cuidando las cabras, al no tener que comer, de niña, los hongos sagrados le proporcionaron el consuelo terrenal y el paraíso celeste: la mitigación del hambre y el éxtasis.

María Sabina. Foto de: https://www.meer.com/es/68046-maria-sabina-la-sabia-de-los-hongos-del-norte-de-oaxaca

“Unas veces su abuelo, y otras su madre, recogían a las niñas en estado de trance —su cuerpo en tierra y sus espíritus volando por el País de las Maravillas —para llevarlas a su casa. No hubo nunca regaños ni golpes por ese motivo. Las hermanitas encontraron, a la vez, un juguete y una tortilla, que desde una morada ultraterrena venía cada temporada de lluvias a aligerarles el peso de su miseria.”

La poesía escrita, heredera del shamanismo, del encantamiento, de su ritmo, imagen y simbología, le dio a Miguel Hernández la revelación mientras sus cabras pastaban  en la fuente original.

“Sabina afirmaba que aquel encuentro (con el rayo, los hongos o niños sagrados) fue un nuevo aliento para sus vidas: ‘En los días que siguieron, cuando sentíamos hambre, comíamos hongos. Y no sólo sentíamos el estómago lleno, sino también el espíritu contento. Los hongos hacían que pidiéramos a Dios que no nos hiciese sufrir tanto, le decíamos que siempre teníamos hambre, que sentíamos frío. No teníamos nada: sólo hambre, sólo frío’”:

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

[…]

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

[…]

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

[…]

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

“Si yo salí de la tierra, si yo he nacido de un vientre desdichado y con pobreza [la que llevó a la guerra civil que se llevó a Miguel], no fue sino para hacerme ruiseñor de las desdichas.”

La poesía para Miguel y los grandes clásicos españoles es la razón del Ser, la realización de éste como en los griegos, de ahí el fulgor de oro del castellano en su poesía.

Su obra y su vida misma están marcadas de principio a fin por la Guerra Civil española (1936-39).

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Las octavas reales, los endecasílabos, el soneto, y la metáfora, pedestal de la poesía culterana, entre otras formas clásicas, cobran en Miguel Hernández el brillo, deslumbrante del siglo de oro. Con el encadenamiento de metáforas, imágenes y conceptos, huye de la prisión de la realidad cotidiana para revelarnos un estadio superior: dice Miguel “he leído el Quijote […] Miró es el escritor que más me gusta y el que acaso haya influido más en mí […] he leído a Góngora, Rubén Darío, Gabriel y Galán, Machado y Juan Ramón. El que más me gusta es Juan Ramón [el ‘dulcísimo’]”

Soy mujer estrella Dios, soy la mujer que truena. Dice la sabia María Sabina.

Miguel, el barro y el rayo, lo mismo son
el rayo barre y el barro ralla
la rosa con su luz.
Si nunca cesa el rayo
el barro es permanencia y la tormenta
abre flores de menta por su cauce.
Por tu causa Miguel, rayo y barro, lo mismo cantan:
en la olla de la tierra se oye el rayo
en su hoyo un toro áureo embiste.
En las grietas de ese barro danza su luz
Tan auténtica es tu voz y tan profunda
que el cántaro de la vida lleno de agua
tiene una grieta sellada de oro
tu voz de rayo, por azucenas azuzado.


*El Dr. Víctor Manuel Contreras Toledo (Víctor Toledo) pertenece al posgrado de Literatura Hispanoamericana de FyL BUAP



VÍCTOR TOLEDO. Premio Nacional de Poesía Joven, INBA, 1983. Becario del CENTRO MEXICANO DE ESCRITORES (84-85). INBA (85-86). De Traducción CONACULTA, 2003. Creadores con Trayectoria, Veracruz y Puebla (2011 y 2015, entre otros años). VERACRUZANO DISTINGUIDO 2004. MEDALLA DE HONOR PRESIDENCIAL PABLO NERUDA, Chile, 2004. Director de las colecciones La Abeja de Perséfone y Las Lágrimas de Eros, Dirección de Publicaciones, BUAP. Antologado en: Veracruz Dos Siglos de Poesía,  CONACULTA, 1991. La Rosa Escrita. Breve antología poética de la rosa en lengua castellana, Aldus. México, 1996. El corazón prestado (El mundo precolombino en la poesía de los siglos XIX y XX), Cal y arena, 2004. Dos siglos de poesía en México,  Tlaxcala, 2010. Antología General de la poesía Mexicana, Océano, 2013. Pertenece al posgrado de Literatura Hispanoamericana de FyL BUAP.