LA CAJA SEMIÓTICA DIGITAL

La idea ha sido entonces la de construir una “caja de herramientas semióticas” y al mismo tiempo un objeto teórico, en realidad se trata de un metaobjeto digital en cuanto lo que debía contener era fundamentalmente un repertorio ecléctico e híbrido de descripciones, definiciones, esquemas y fichas de semiótica general y semióticas particulares o aplicadas, marcas y señales de enunciación del autor. La caja es, desde este punto de vista, la expresión material de un metalenguaje y, por tanto, es un espécimen metasemiótico cuya finalidad, entre otras posibles, es la de ofrecer un display de indicios, marcas de enunciación, enumeraciones y mapas que puedan permitir varios recorridos interpretativos y de uso. Es un texto enciclopédico limitado por las marcas estilísticas y biográficas del autor.

En el fondo, en el plano profundo de comprensión del ejercicio, la caja debe ser construída y pensada como una representación (un interpretante lógico final, en el sentido de Charles Sanders Peirce) de la semiosis. Más precisamente una imagen material de la semiosis ilimitada y esto constituye, si se quiere, la regla gramatical de base en cuanto orienta globalmente todas las posibles soluciones de diseño dentro de la imagen de la remisión continua y
abierta de un signo a otro, siempre y cuando el tránsito o conexión de uno a otro implique (en lo posible) un aumento o enriquecimiento de la información de partida.

Nuestra Caja virtual es una pequeña máquina cognitiva pero al mismo tiempo es autobiográfica y emocional. No está regida solo por operaciones de inferencia lógica sino también por conexiones sensoriales e indexicales. No está solamente conformada por signos o símbolos como tales sino también por expresiones y procesos primarios o presemióticos, continuidades, materiales sin articular junto a repertorios, series o patrones ya codificados.

Rocco Mangieri


Angélica Castillo

Anima Mundi o el viaje a una cálida ciudad invisible

Pudo haber dicho Italo Calvino, Anima Mundi es la ciudad de los viajeros marinos, de los que emigran a través del mar, de los corsarios y de los aventureros. Para llegar a ella deberá de haber una causa mayor cuasi involuntaria, una obligación o la necesidad de sobrevivir. La ruta hacia Anima está trazada en antiguas cartas navales. Para lograr el arribo se deberá entonces conocer todos estos instrumentos de navegación: sextantes, mapas estelares, brújulas, larga vistas, cartas navales, mapas, etc.

Para estos viajeros, el mar será ahora el nuevo territorio a conocer y habitar al menos por unos 14 días si no hay tormenta. Guiados por la estrella polar estarán seguros de no «perder el norte». Las personas que van hacia Anima suelen portar siempre grandes cantidades de equipaje: pesados baúles llenos de recuerdos de su patria, maletas con ropa, cajas con preciados juguetes, álbumes con fotos de sus familiares, cartas de amor, etc.

No es conocido el idioma que se habla en Anima Mundi. A veces parece tan extraño para los que a ella arriban que jamás terminan de aprenderlo por completo. Festiva y cálida es esta ciudad, en ella parecieren estar contenidos todos los mundos posibles, todos los climas, todos los sabores y colores. Personas de los distintos continentes en ella habitan en armonía absoluta. Después de varios días donde solo el mar les acompaña y cuando la rosa de los vientos indica que la nave ha pasado ya el ecuador y un poco más abajo se escucha el estruendoso mar Caribe, una multitud de delfines emitiendo hermosos sonidos que parecieran risas de niños tropicales aparecen para acompañar a los nuevos habitantes a su destino. Es así como al llegar al puerto de Anima Mundi hay una multitud que te espera con música de orquesta, flores, pañuelos para las lágrimas y cargadores de equipaje. Todo esto para al fin, después del estremecimiento marino, sentir que la nueva tierra cálida y suave les acaricia sus pies cansados que finalmente tocan tierra firme.

Palabras clave: Tránsito, deseo, migración, mapas

Anebert Rivera

Texto:

Palabras claves:

Gabriel Verduzco

Nos mira y nos habla

“La Terceridad es la relación triádica que existe entre un signo, su objeto y el pensamiento interpretador, que es en sí mismo un signo”. C. S. Peirce[i].

La tarde pide calma. Las aves vuelven a sus nidos. La catedral mira, impasible, el ocaso. Los rayos de sol agonizan tras las montañas, sin embargo aún alcanzan a juguetear con las piedras del centenario templo, acariciando sus formas y escondiéndose entre los huecos y relieves. ¿Qué juegos y travesuras hace el sol entre los espirales que adornan la cúpula? ¿Qué extraña fascinación ejercen esos espirales en mi imaginación?

Venus, la primera estrella de la tarde se adivina ya en el cielo…

Los antiguos mexicanos creían que un día volvería Quetzalcóatl por el poniente y Venus era signo de ello. A mí me gusta pensar que ya, hace tiempo, Quetzalcóatl se ha quedado a vivir en mi ciudad, ahí, en esa cúpula.

Y sí, ahí está. Nos mira, se esconde, parece siempre girar sobre sí mismo y descender hacia nosotros. Se ríe de nuestras prisas citadinas, del tráfico y del humo.

En los días de viento -que al fin también es dios del viento-, se mece rítmicamente, como si danzara mientras suenan las campanas de la alta torre que parece retar a las nubes.

Pero hay días en los que se pone serio, porque no puede dejar de recordarnos que está ahí como señal de resistencia y sus espirales se vuelven vírgulas de piedra de una voz que no podrá ser silenciada y que grita justicia y exige igualdad entre todos. Que para eso también Quetzalcóatl dio la vida a los seres humanos.

Mi ciudad es mestiza: nació española y nació indígena. Y como origen es destino, por eso le cuesta el equilibrio y el balance. La lucha de contrarios esta grabada en su alma. Su catedral también es mestiza, con Santiago por dentro y Quetzalcóatl por fuera, en lucha y armonía constantes: el conquistador y el conquistado, el peregrino y el dador del maíz, el siervo y el señor, el mártir y el exiliado…

También yo soy mestizo, en mis venas corren juntos los dos y quizás por eso tengo un poco de ellos, un gran poquito que me hace ser este que ahora soy: roca y viento, venera y jade, maíz y sangre, memoria y sueños.

[i] PEIRCE, C. S. (1976): La ciencia de la semiótica, Buenos Aires: Nueva visión. p. 92

Palabras claves: espiral, catedral, Quetzalcóatl, mestizaje

Gabriela Gutiérrez

Conexiones en Movimiento

Cada recorrido es una línea en la memoria;

Cada trayecto, un signo de ida y vuelta,

La costumbre y la rutina son parte de un camino aguardando lo imprevisto,

Las calles se vuelven páginas de una cartografía sin fin que nos conecta

Donde pedalear es dibujar sobre el asfalto,

Es conectar puntos dispersos en un mapa que no está en ningún lado

Pero que es parte de nosotros y nosotros parte de él.

El vehículo responde al paisaje, al momento.

Playa, desierto, montaña, el tráfico en la ciudad, sus giros y pausas

El viento que empuja y acaricia tu cara, el sol que encandila.

No hay destino sólo movimiento, un trazo más en este mapa vivo,

Una huella de tinta invisible en un mundo que se revela pixelado en fragmentos

Bajo el lente de un único testigo donde proyecto desde mi ventana lo visto, lo vivido.

Pero, ¿es suficiente? ¿Sientes el sonido del viento? ¿el peso de tu cuerpo?

Cada imagen es un mapa, pero nunca un territorio y sin embargo, aquí estamos, conectados.

Recorrer la ciudad más que un movimiento físico es una inmersión sensorial en la que el cuerpo, territorio y tecnología dialogan constantemente.

Siguiendo la teoría de Peirce, identifico tres niveles en esta experiencia aplicados a mi caja semiótica; La primeridad donde mi entorno, recorrido, se presenta en su estado más puro y sin filtros como una sensación inmediata; La segundidad, donde el entorno se manifiesta en movimiento, texturas, el sonido del viento y el asfalto como una experiencia más tangible. Y la terceridad donde la imagen se convierte en un signo, fragmentos de un viaje que distorsiona, traduce y reinterpreta la experiencia.

Con mi propuesta, partiendo de la idea del mapa y el viaje, busco explorar las maneras en que un recorrido se traduce en imagen conectando diferentes paisajes y momentos. Utilizo fragmentación y la combinación de diferentes videos cortos para expresar esta experiencia jugando con diferentes planos, colores, texturas, sonidos y paisajes, todo desde mi vivencia al viajar en diferentes tipos de transporte.

Palabras claves: Recorrido, fragmentación, movimiento, trayecto, viento, asfalto

Julio A. Andreu

La memoria del cuerpo

Un diálogo entre mi consciente y mi inconsciente a través del proceso de meditación en movimiento.

Cierro los ojos y empieza el viaje. Sentado o acostado, empiezo a sentir mi cuerpo, primero son pequeñas sensaciones en mis manos, que se van extendiendo por todo el cuerpo. Siento los movimientos imperceptibles que generan una energía que empieza a circular en mi interior. Es una sensación física. Mi atención se focaliza en el desarrollo de esos movimientos. Mi mente se va alineando con el cuerpo, sensación de elevación, como flotando en espacio de no gravedad. Llegan las imágenes, recuerdos de mi vida, sensaciones, emociones vividas a lo largo de mi vida, memorizadas por el cuerpo que ahora afloran y que vienen a dialogar con el presente.

Mi meditación es la caja semiótica virtual donde aparecen esos signos que mi cerebro comparte, como un juego de intercambios creativos con el cuerpo. Siguen alineados y la caja se va llenando de imágenes, de luces,  de gestos que se encadenan en movimiento, repetitivos pero a la vez únicos. Siento como mi cuerpo se  eleva, ligero, como si perdiera su peso para convertirse en energía en movimiento.  El espacio físico se expande a la vez que los movimientos. Siento un espacio/tiempo cuántico donde todos esos signos se interpelan, construyendo en cada meditación un espacio de creación, nuevo y a la vez continuo.  Mente y cuerpo dialogan, interpelando y jugando con esos signos transformados en sensaciones que me convierten en espectador/actor de mi propio proceso, siguiendo una fuerza que me invita a dejarme llevar y vivirla sin resistencia. No cabe la anticipación ni la memoria repetitiva. Todo es creado, de nuevo, en el momento presente. Es una invitación al olvido de la mente, aquietada por ese rio de sensaciones que la capturan y alinean. Es un intercambio que fluye desde la memoria consciente a la memoria del cuerpo conectada con mi inconsciente. Un viaje a la profundidad de mi ser, como un regalo a la expansión de mi Yo que vivo en esa caja virtual meditativa. Una invitación al juego de los signos que aparecen, que mi cuerpo/mente me obsequian para vivirlos sin resistencia, sin pensar, solo se trata de dejarme traspasar por las sensaciones que van construyendo un espacio en paralelo donde me encuentro con la esencia de mi ser.

Abro los ojos y observo el espacio real en el que ha tenido lugar este viaje virtual. Algo, muy sutil ha cambiado en mí. Descubro detalles antes invisibles. Es una invitación a tener una mirada diferente sobre el presente. FELIZ hasta el próximo viaje.

Palabras claves: Cuerpo, movimiento, alineación cuerpo/mente, Vivencias, recuerdos, imágenes, pensamientos, emociones, consciencia, expansión, inconsciente, luz.

Luis Manuel Pimentel

Texto:

Palabras claves:

Marcel Márquez

Durante el mes de noviembre, estuve en un interesante taller laboratorio sobre semiosis ilimitada de los procesos creativos, conducido por Rocco Mangieri uno de los principales referentes de la semiótica en Venezuela y Latinoamérica. A partir de algunos textos de los padres de la semiótica como Umberto Eco y Charles Sanders Peirce, exploramos diversas rutas para potenciar la imaginación y la creatividad.

Aquí comparto una primera parte de mi ejercicio para una comunidad imaginada e imaginable. Mi caja semiótica surge de una inquietud fotográfica del tendido eléctrico de la ciudad de São Carlos en Brasil desde 2017 y que durante el 2024 le he sumado además de imágenes, un paisaje sonoro de sus calles. Mi caja semiótica en sus fundaciones, se sostiene sobre un rizoma de referentes que, como estos cables que atraviesan la ciudad por el tendido eléctrico, me han atravesado transversalmente durante muchos años en forma de imágenes, ideas y sonidos.

La caja semiótica comienza el 2025 con su techo abierto, para expandirse hacia otras brisas. Con una fotografía de cordel rizomática. Como los cables infinitos de la muzak, convierte en musa eterna todo lo que escucha, todo lo que arrastra, todo lo que piensa y todo lo que ve. Un hotel de tránsito para el descanso. Un tótem iluminado de carretera para cegar. Un tablero para acertar. Tres tótems incandescentes de carretera para esclarecer. Un apito para comunicarse con pájaros. Un adaptador 7” para devolver la vida a los discos que nadie quiere escuchar. Un caramelo masticable para masticar ideas. Un alfiler para reposar ideas. Una bandera ondeando para mirar. Otra brisa para refrescar.

Palabras claves: cableado, Flâneur, Muzak, soundscapes.

 

Mariel Guzmán

El espacio en morado

Lo cotidiano, el espacio que se recorre en el día a día, una vez al año se modifica, transmuta a un contenedor que recibe a cientos o miles de mujeres; las acompaña, y guarda en la memoria de sus paredes las denuncias y exigencias por una vida de derechos y condiciones de equidad.

La arquitectura que representa la historia e identidad de las ciudades sirve de marco para las marchas del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Las plazas, calles y callejones acompañan la euforia que crece conforme avanzan los contingentes, se llenan de tipografías, gráficos, fotografías, sonidos y performances; los edificios rodean y protegen temporalmente a las manifestantes y las distintas expresiones, y al mismo tiempo las limita. Estos espacios intervenidos, incluyendo los privados, se resignifican, permiten y acentúan la colectividad, se convierten en lienzos públicos al paso de las mujeres.

Las imágenes y el espacio nos presentan imaginarios contrapuestos, el institucional, ya sea gubernamental o religioso que por siglos ha promocionado el deber ser y estar sobre la mujer, y las nuevas formas a través de símbolos que pertenecen a la lucha feminista. Todas estas expresiones inundan y en ocasiones generan una sobre exposición; la interacción de unas con otras, al tocarse, sobreponerse o volverlas a intervenir crean un proceso abierto y continuo de interpretación que resulta en una semiosis infinita (Rocco, 2024).

Lo voluble y efímero de los distintos mensajes gráficos se hace evidente cuando en un par de horas el trabajo de limpieza institucional los desecha, la arquitectura vuelve al mismo color, es el mismo paisaje, los sonidos de lo cotidiano regresan. Los distintos tonos de morado se quedan en la memoria de las mujeres que participan y los que observan en espera de volver el próximo año.

Palabras claves: imágenes, feminismo, semiosis, arquitectura.

Mónica Chávez González

Los malls como templos del consumo: análisis semiótico de su estructura y función cultural

El diseño arquitectónico de los centros comerciales de lujo (ej.: Dubai Mall, Plaza Satélite en México o Unicenter en Argentina) imita la disposición de los templos antiguos: espacios amplios, iluminación estratégica, pasillos que funcionan como “procesiones” hacia el consumo.

Derivado de esto se producen una especie de rituales anuales de consumo y peregrinaje comercial; por ejemplo, el Black Friday o las preventas exclusivas de marcas como Apple y Nike convierten al mall en un espacio de devoción masiva. La gente acampa fuera de las tiendas esperando la «revelación» de un nuevo producto.

La publicidad y la mitología del consumo por medio de marcas como Victoria’s Secret, Zara o Louis Vuitton presentan la experiencia de compra en malls como un acceso a un estilo de vida aspiracional. Dentro de lo concerniente a la semiótica de la cultura, esto equivale a la construcción de mitos modernos: se vende la idea de que el consumo no solo satisface una necesidad, sino que permite la transformación personal, otorgando «estatus» y «reconocimiento».

Por otro lado, los patios de comida de los centros comerciales reúnen múltiples opciones gastronómicas en un solo espacio, evocando el concepto de la “mesa comunal” en la tradición religiosa; así como la comida tiene un rol central en las prácticas religiosas (la eucaristía, el ayuno, los banquetes sagrados), en el mall se convierte en un punto de reunión y consumo colectivo que refuerza identidades de clase y hábitos culturales.

Desde la perspectiva de Charles Sanders Peirce, la semiosis ilimitada describe el proceso continuo de interpretación de los signos, donde cada signo remite a otro en una cadena infinita de significados. Aplicando este concepto al mall como templo del consumo, podemos ver cómo los elementos arquitectónicos y simbólicos de estos espacios generan una red interminable de interpretaciones dentro de la cultura contemporánea.

El centro comercial no es solo un espacio de compras, sino un signo cultural abierto que se interpreta y reinterpreta constantemente en función de las experiencias, las ideologías y los discursos sociales.

Su significado no es estático: Para algunos, representa estatus y exclusividad; para otros, es un espacio de ocio y socialización; también puede verse como un símbolo de alienación y consumismo desmedido. Siguiendo la lógica peirceana, el mall como ícono, índice y símbolo interactúa con otros sistemas de signos, produciendo nuevas interpretaciones sin cierre definitivo.

Para Charles Sanders Peirce, la realidad se estructura en tres categorías fenomenológicas: Primeridad, secundidad y terceridad, que permiten entender la manera en que los signos generan significado en distintos niveles de experiencia; aplicando estos conceptos a la idea del mall como templo del consumo, podemos analizar cómo se produce el proceso de significación y el ritual del consumo dentro de estos espacios.

La primeridad: la experiencia pura y la sensación del espacio sagrado. Peirce se refiere a la cualidad pura de la sensación antes de que sea interpretada; es la experiencia inmediata, la emocionalidad sin mediación.

La secundidad: la acción y la confrontación con el signo; esta es la categoría de la interacción y el choque con la realidad, donde el signo deja de ser una mera cualidad y se convierte en algo que interpela al sujeto.

La terceridad: la interpretación y la integración del consumo en la vida cotidiana; este es el nivel más alto del signo, donde ya no se trata solo de una sensación o una acción, sino de una interpretación dentro de un sistema mayor.

Palabras claves:

Rosa Ángela María El Zelah Pellegrino

Texto:

Palabras claves: