Así como hay una gran similitud entre la “Vida retirada” de Fray Luis de León (1527-1591) y la “Letrilla XII” de Luis de Góngora (1561-1627),

podríamos decir que el gran poema “Cántico espiritual” de San Juan de la Cruz (1541-1591) es la mejor traducción de “El Cantar de los cantares”                   —atribuido a Salomón (c. 965-928 a.C.), por lo menos en partes—, pero además es el mejor poema español místico y del Siglo de oro.

Estos tres poemas son mis favoritos del Siglo de Oro español[1].

El Cántico espiritual tiene mucha similitud con el Cantar de los Cantares. La simbología es la misma así como su visión mística y revelación, muchos pasajes (además de la estructura, y argumento general de la búsqueda del amado por la amada) son variantes casi exactas del gran poema salomónico.

Si atendemos a los recientes estudios, el gran poema de amor hebreo es también un poema escrito por una tradición mística colectiva, así el poema-continuación de San Juan es un poema escrito por una voz sagrada, el Alma, Dios.

Reúne tanto la mística órfica, pitagórica y platónica como la cabalística judía: la música de las esferas, la de las musas y la de las letras-astros, la poesía cabalística-demiúrgica.

Si el poema de la “Vida retirada” de Fray Luis en tanto Armonía “es aún la canción de las Sirenas que reinan sobre los planetas, mientras que los Poderes por encima de la Esfera Octava son las Musas y otros testigos del Dios en Uno, que habitan en una región sin tiempo más allá de las estrellas fijas. El alma desencarnada atraviesa entonces dos reinos musicales: primero el de la música mundana y luego un cuarto reino, al cual puede llamársele inteligible, arquetípico o angélico.” (Godwin, 30-31)

21. Por las amenas liras
y el canto de serenas, os conjuroque
cesen vuestras iras,
y no toquéis el muro,
porque la esposa duerma más seguro

Dice el Cántico Espiritual elevándose, lanzando el encanto del vuelo. Ya al poema de San Juan podemos considerarlo, dentro de estas categorías, un poema arquetípico. Mientras el poema en octosílabos de Góngora es un poema aún terrestre, aún con su mística ironía. Es un poema todavía de forma medieval, una canción “ligera” que sirve para cantar y contar: el romance, para hablar de cosas terrenales (comodidad conformista, delicias culinarias: carne, pero de pareja), aun así su renuncia al mundo, un poema que hace de su sencillez y humildad una fiesta, pero de espíritu sátiro (satírico), dionisíaco. Tiene gracia, pero aún no vuela más allá de la tierra, aun siendo un gran poema, aunque no a la altura de Fray Luis, pero mucho más lejos del de San Juan. Así como El Cántico es la traducción (o despliegue) de El Cantar el romance de Góngora es la traducción al verso popular de la Vida retirada.

San Juan de la Cruz. Foto de: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_de_la_Cruz#/media/Archivo:Johncross5.jpg

Mientras que los poemas de Fray Luis y de San Juan están escritos en la estrofa más musical del español y del Siglo de oro, la lira (cinco versos de 7,11,7,7,11 sílabas y rima en a,b,a,b,b, correspondiéndose letras y números a excepción del penúltimo verso de la estrofa-lira). La estructura órfica musical de la lira y sus heptasílabos y endecasílabos nos llevan más lejos de una simple canción, hasta la música de las esferas y en el caso de San Juan hasta el cuarto reino, inteligible arquetípico y angélico.

En Fray Luis la voz, canto y relato son humanos (tampoco hay pareja terrenal, sólo la primera persona —como en Góngora—, y en De León, el en sí mismo). En San Juan, es el Alma (la esposa) y Dios (el esposo) fundidos en una sola voz trascendente (como en el Cantar de los Cantares). En esta forma personal, la poesía cumple con las más grandes ambiciones órficas, mágicas, de renacimiento del alma a través de la música, de su vuelo más allá de las esferas (los planetas). Así el poema de “El Cantar de los cantares”. Que en su título ya significa, anuncia y enuncia que no es un canto terrenal sino divino, un canto espiritual (del alma y el Anima mundi) como el de San Juan.

La voz de la “Vida retirada” de Fray Luis es una sola, en primera persona, directa, mientras que la voz del “Cántico espiritual” es un diálogo en unidad, una sola voz divina que se bifurca y funde al mismo tiempo. No es una voz terrena, es la voz del alma del mundo y la naturaleza, sagrada, una voz etérea.

Mientras que el poema de Góngora es una versión festiva del de Fray Luis, el poema de San Juan tiene coincidencias con el de Fray Luis pues los dos manan del poema de Salomón, de la misma fuente raíz: la mística hebrea de la cual los dos fueron grandes conocedores. De la misma manera las imágenes de San Juan son más sutiles y complejas, como del Paraíso, a veces calcadas de “El cantar de los cantares”. Incluso su mitología, incluyendo la griega, mientras que Góngora, experto en ésta, recurre a sus propias referencias clásicas. También la poesía de Fray Luis recuerda al paraíso de Salomón en cuanto la naturaleza, mientras que la de Góngora (aunque coincide con San Juan al referirse a Filomela, el dios de la poesía, el ruiseñor), es más seca, más de una casa de piedra donde está muy cómodo solo, como en un caparazón o concha.

La música de San Juan es más sonorosa, sinestésica, compleja, pues funde imagen y ritmo, música, palabras, en aliteraciones, onomatopeyas. Su “música callada”, su “soledad sonora” la hace superior (a la de los otros dos poemas) pues es “la música inaudible de las Musas y las Sirenas, las notas de los planetas  y sus números, los efectos mágicos y síquicos del sonido, así como el papel desempeñado por la música  en el ascenso póstumo del elegido” (31).

7. Y todos cuanto vagande ti
me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

La música es el vehículo, la nave del alma, su vuelo, su alimento. El oxímoron profundo de San Juan se funde sinestésicamente con su música y cosmovisión sagrada.

Rumi (1207-1273, Afganistán-Turquía), el gran poeta místico musulmán coincide con su visión sufí en esta fundición, unificación, Unidad universal, del Esposo y la Esposa (el alma y Dios). Los poemas de Rumi también son poemas divinos, poemas dictados por la revelación y la santidad. Por la máxima elevación del alma sobre la tierra hasta alcanzar la Unidad Divina, la semejanza con Dios, objeto de la filosofía, la música y la palabra fundidas, reunidad. Al descender el alma al reino de  la muerte material terrenal, por medio de este trívium se eleva de nuevo y renace. Esta música superior asciende más allá de las esferas, hasta la Casa de Dios, de la inmortalidad, la Casa Superior, donde el cielo se llena de Silencio, de pura Inteligencia y nada en la fuente de todo lo que es bueno (ver: 33).

Así como los mundos superiores son antes que los inferiores, el alma antecede al cuerpo (y no al contrario: estamos en el mundo al revés). La acústica de la música órfica, de la poesía y música fundadas y fundidas, en el Uno, la Unidad (Salomón, Rumi, San Juan), Número, Música, Inteligencia y Letra:

“No es sino un vehículo cuya función consiste llevar a las cámaras del oído la sabiduría de las proporciones cósmicas. Por consiguiente, el mensaje de la música, como el sentido de lo que se lee, es recibido por la facultad imaginativa, tras lo que el vehículo físico deja de ser necesario” (43)

se puede prescindir del sonido físico:

“ Si el significado de las notas y de las melodías penetra en las facultades racionales de las almas gracias a la escucha, y si las huellas del significado depositado en las notas y en las melodías son impresos en el alma, estas podrían escucharse sin que existieran en el aire” (43).

Tal es la jerarquía de la reminiscencia musical.

Y de la Letra-música fundida como en el caso de San Juan. Si entendiéramos a fondo esta unidad mística judía, cristiana, musulmana y universal, no habría guerras. La música y el paisaje de las imágenes de San Juan es el mismo éter, el eterno arquetipo. La vibración de las cuerdas del aire, aire cósmico, la voz de la fuente que mana eternamente. La luz que canta.

La unión del Santo místico con el gran poeta da como resultado una poesía que levita y realiza milagros (casi como la de Orfeo). Porque en la poesía española San Juan es lo más cerca, en cuanto al poder de elevación física de su cuerpo y de sus palabras, que tenemos al semidiós griego.

Imagen de: https://www.pildorasdefe.net/

Sí, San Juan levitaba, se sacrificó por su fe (como Orfeo y Cristo) y el enriquecimiento teológico y conceptual de ésta, y la iglesia lo hizo Santo (casi un semi dios en términos católicos), su cuerpo no se descomponía y olía a rosas después de mucho tiempo de muerto, venció a la muerte como el dios de la música y la poesía griego (“El que sana con la luz” su nombre, Orfeo, lleva ese significado) que predicó reunir el alma (su esposa, Eurídike, con su cuerpo y su Ser) haciendo el viaje sagrado de la catábasis para su renacimiento en unidad. De alguna manera el “Cántico espiritual” es una catábasis con su anábasis completa, San Juan escribe y explica su método místico que más adelante comentaremos, deja una doctrina, como Orfeo, del camino de la luz y de la resurrección, del sentido de esta vida como el retorno a nuestro ser divino a través de la unión del alma con Dios, el Alma absoluta trascendente e inmortal. Hay una sola poesía órfica escrita por Orfeo, Salomón, Rumi, y San Juan, María Sabina y otros pocos: la gran poesía mística universal.

Así, el día de San Juan es una fiesta sagrada, su nacimiento, el 24 de junio, corresponde a la mitad del año, relacionado astronómicamente con el 24 de diciembre, los dos solsticios: el Sol quieto (Christo) y el Sol invicto, el Sol invictus romano (Dios), es el renacimiento del Sol, de la Luz, en los solsticios los días son más largos y las noches más cortas. El 24 de junio (Midsummer, medio o pleno verano, plenitud luminosa).

Es el día más fértil del año, pues además de abrirse la gran puerta de la luz, coincide con el cinturón de lluvias tropicales. En su amanecer, la magia de la lluvia nocturna nunca falla. La noche de San Juan, como la noche del niño Dios, la Navidad, significa y simboliza el Renacimiento, la fertilidad: el triunfo de la vida.

San Juan De La Cruz © Carmelitas. Imagen de: https://es.zenit.org/2020/12/13/san-juan-de-la-cruz-14-diciembre-2020/

Miguel Ángel Conejero, presidente de la Fundación Shakespeare de España, cree que el Cisne de Avón (otro de los más grandes poetas), tuvo la influencia de San Juan. Éste nació el 24 de junio de 1542, Shakespeare el 23 de abril de 1564, 22 años después, que el inglés no sólo fue su lector sino que lo plagiaba, y aquí recalco el carácter del Libro Único, de un sólo y mismo Libro, dictado por la voz gloriosa a los poetas más altos.

A Midsummer night´s dream, escrito en 1595, a los 31 años, para mí es la mejor obra de Shakespeare y la más mágica. El título está mal traducido, pues midsummer traducido correctamente es el medio o pleno verano, en medio del verano (en medio de la mayor luz cósmica), por lo que no debe ser Sueño de una noche de verano, pues no es cualquier noche, es la más mágica del año y del verano, junto a la Noche Buena (que sin embargo tiene una luz saturnal: de conjunción de oscuridad y luz venciendo a la noche). Por eso se dan, en la Noche de San Juan, los encantamientos, los hechizos, los conjuros y el en-canto de los versos. Entonces, rigurosamente traducido, es Sueño de una noche del Verano en plenitud, Sueño de una noche del medio verano o Sueño de una noche de San Juan. Sueño de una noche órfica, de renacimiento, pureza y máxima belleza, el onomástico de San Juan es una celebración del mundo sagrado: pagano y católico, universal.

Los Sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca, contienen la fórmula poética de San Juan, que igualmente influyó poderosamente en Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez, tres de los más grandes poetas españoles modernos.

En México, el solsticio de invierno, el Nuevo Sol, el 24 de diciembre es el nacimiento del niño Mexi Huitzilipochtli.

En los Andes, el Capác Raymi, la fiesta en honor al Dios Sol, es el inicio del año incaico.

La Litha (Luz: fuego, calor y luz solar) es la celebración celta de esta fecha sagrada: La celebración del solsticio de verano proviene de tiempos anteriores al cristianismo. La gente creía que las plantas que florecían o germinaban en dicho solsticio tenían más poderes curativos y sanadores de lo habitual, por lo que solían recolectarlas en dicha noche. Se encendían hogueras para protegerse de espíritus malignos, los cuales supuestamente vagaban libremente cuando el sol se ponía por el Sur.

            En Suecia, dicha celebración se realizaba con sacrificios rituales en honor a la fertilidad. Según varios antropólogos, el solsticio se ha mantenido como un momento especial dentro del ciclo anual desde el neolítico. En Suecia, Finlandia y Estonia, el solsticio de verano se considera una de las grandes celebraciones del año, comparable con la noche de Walpurgis, la noche de Navidad o la de Año Nuevo.

Las fogatas de la celebración europea de la Noche de San Juan, significan el hogar de la luz aquí en la tierra, el calor del Ser, de lo sagrado, el triunfo de la luz sobre las tinieblas.

La Poesía, como la naturaleza y el universo es cíclica.

Una de las dos noches más sagradas y la de mayor fertilidad, la noche mágica de San Juan, es la celebración real y simbólica del matrimonio de la pareja, sexual, amoroso y divino (recordemos una maravillosa escena erótica, mágica pagana del pueblo ruso celebrando el día de la fertilidad con la naturaleza, en una danza de sonora música silente en movimiento, de la película de Tarkovsky: Andrei Rublev).

Tal es el simbolismo en los poemas de Rumi y de San Juan, en la saga de Orfeo, la unión de la esposa con el esposo, es la reunión de la Esposa, el alma, con Dios. Esto es lo que se refleja en el amor completo por la pareja.

En la noche de San Juan se cocina, se fragua, el nacimiento de Dios. Del Gran Vuelo.

            Para Menéndez y Pelayo la poesía de San Juan de la Cruz es tan angelical, celestial y divina:

“que ya no parece de este mundo ni es posible medirla con criterios literarios, y eso que es más ardiente de pasión que una poesía profana, ya tan elegante y exquisita en la forma, y tan plástica y figurativa como los más sabrosos frutos del Renacimiento […] Por allí ha pasado el espíritu de Dios, hermoseándolo y santificándolo todo” (San Juan de la Cruz, prólogo, XXI).

Así mismo, para Mario Satz traductor de El Cantar de los Cantares o aromas del amor: inicia su prólogo (11) diciendo que El Cantar de los Cantares es el libro más esotérico de la Biblia:

“sería redundante insistir en su valor alegórico, que un par de milenios avalan, tanto como pueril recalcar, sólo y exclusivamente su sensualidad. Hay que leer y releer entre sus hermosas palabras las claves secretas que ciertas metáforas encierran, como en el caso del beso y del vino, los ciervos y el bosque. Las montañas y los aromas. Si ya es difícil encuadrar esta composición expresionista, de símbolos y voces yuxtapuestas, tanto más lo será querer hallar en ella otra coherencia que no sea la de la misma poesía, cuya secreta escritura helicoidal tanto se parece a la del código genético con sus tripletes que ceden o reciben letras” (21).

La simbología de “el silencio sonoro” es la poética mística de San Juan de la Cruz.

Hay un magnífico texto iluminador, con largos años de investigación y trabajo, libro del que me siento orgulloso editor: Experiencia y expresión de lo inefable, la poesía de San Juan de la Cruz de la poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez. Como su nombre lo indica versa sobre la experiencia del camino místico, de la ciencia y la conciencia hacia el encuentro con Dios en la tradición mística cristiana española y sobre la poética (estructura rítmica, prosodia, retórica) y su simbología para lograr expresar lo inexpresable: Estas dos ciencias y técnicas están unidas y se sirven mutuamente para lograr la gran poesía inmortal de quien pudo hablar con Dios. San Juan de la Cruz se adelanta a nuestro tiempo en donde es casi necesario que un poeta pueda explicar con su poética su cosmovisión y sus aportaciones a la renovación de la lengua y la reparación del Centro provocada por el permanente Caos.

Cristo de San Juan de la Cruz - Salvador Dalí - Historia Arte (HA!)

Cristo de San Juan de la Cruz – Salvador Dalí – Historia Arte (HA!). En: https://historia-arte.com/obras/cristo-de-san-juan-de-la-cruz

Me queda más claro, gracias a la detallada investigación de María Auxiliadora que éstas vías místicas provienen de las más antiguas tradiciones arcaicas, no sólo hebreas, sino griegas, egipcias, etc., en un sentido esencial, pues el viaje al inframundo para encontrar la iluminación, la Catábasis, es el viaje órfico, prehispánico, occidental  y oriental. La mística fundamentalmente es la misma: Dionisio (la noche, el caos, el hijo preferido de Zeus), primer nivel. Hermes, el comunicador de los tres mundos: el subterráneo, el terreno y el celeste, es el inventor de la lira y por lo tanto, de la poesía, segundo nivel. Mientras Apolo, el Dios sol, el cristo cristalino, es la culminación de este periplo, tercer nivel: para el iluminado como Orfeo (el cristo del amor por la pareja), Ulises o Dante, Quetzalcóatl o los gemelos de Xibalbá. Estos tres niveles de descenso y ascenso a la revelación son las tres caras de Zeus o de Jesús. La simbología de San Juan de la Cruz, es tan profunda como su verdadera simbología, exacta y amplia hasta lo infinito, que también puede recordar la mística que trascendiendo el cuerpo carnal convierte en una llama azul espiritual el secreto más hondo del amor:

“la profunda sabiduría de San Juan de la Cruz sobre la relación entre el hombre y Dios funda la estructura de su cosmología espiritual, cuya base se erige en las diferentes entidades internas, naturales y sobrenaturales que conforman el ser” (13)

Dice María Auxiliadora, más adelante:

“el secreto de la fecundidad de sus símbolos poéticos  es que ha llegado, en la visión ontológica del ser de las cosas, a descubrir las misteriosas analogías que ligan los seres del universo material con los seres del universo espiritual (15) […] San Juan […] recibió ya definido el esquema de las tres vías para alcanzar la unión trascendente, pero entre sus valiosos aportes destacan tres contribuciones: la elaboración explicativa de las tres vías en sus tres poemas mayores, y la explicación teológica de los principios a los comentarios”. (19)

Hay que decir que también fue impulsado por una necesidad pedagógica para las monjas carmelitas. Si mística significa misterio, ya se hallaba en la filosofía hermética para el conocimiento del mundo sagrado, así dice María:

“en la antigua alquimia se habla de una secuencia de muerte, salvación y resurrección. La primera fase comprende el nigredo o melanosis (descenso del ego a los infiernos); la segunda […] el albelo o leukoda (hallazgo del alba); y la tercera […] el rubedo u oiosis, que señala alquímicamente la expansión de la materia” (35),

así recordamos el viaje del alma griega desde los campos de asfódelos, hasta el Aqueronte y el descenso a los infiernos, la purgación y su resurrección órfica, la noche convertida en sol y miel.

Para Jean Baruzi, como dice María, el símbolo revela la potencia creadora del poeta, aunque no estamos totalmente de acuerdo con el citado Dámaso Alonso cuando dice que sus imágenes no tienen correspondencia “a términos de realidad”, pues el color rojo, por decir algo obvio, simboliza peligro (el semáforo) tanto en la ciudad como en el campo (el veneno de animal o insecto), igual, sangre, belleza o vida, etc. Su “especie de lógica interna –dice- tiene en él mismo su necesidad y justificación”, nosotros creemos que el símbolo, en tanto verdadero, es real también  (en distintas formas o despliegues de lo real que tienen un único origen) y por lo tanto, como toda nuestra realidad en sus formas y cosas, presenta correspondencias infinitas en espejo, de ahí la capacidad simbólica, mágica, transformadora, de predicción o curación, de anulación del tiempo, de incidencia en la realidad. El símbolo es el eje entre el inframundo, la tierra y el cielo, entre lo imaginario y lo real. Y esto, creemos lo sabía muy bien San Juan, de ahí su poderosa poética y poesía (tan funcional como la arquitectura). Sobre la “Noche oscura del alma” y el “Cántico espiritual”, dice María:

“En ambos poemas se despliegan las mismas imágenes y símbolos y el mismo trasfondo doctrinal, la trasformación o unión del alma con Dios” (47),

es decir: la unión del alma con el Ser y con todas las cosas de la naturaleza en un estado puro.

Sobre “las canciones que hace el alma en la íntima unión con Dios”, donde la llama de amor viva es Dios, la puerta azul danzante, sentimos que hay la asimilación de la doctrina de Orfeo, el Cristo del amor por la pareja, pues recordemos que el amor por Eurídike, está más allá de la carne y de la vida y la muerte e implica una resurrección, como en el caso de Perséfone. Claro, El Santo invierte los ejes (pues la Tierra es el mundo al revés), no parte necesaria o puramente de la carnalidad, pero su simbología igual se puede extender (poéticamente) hacia esta materia como en el caso de los poetas sufís que enseñaron a Octavio Paz que el amor por el cuerpo material de la amada también es el amor por un templo espiritual. Y es parte igual de lo divino. La sensualidad de San Juan, no necesariamente debe apartarse totalmente de una dulce carnalidad, de un sugerente erotismo. Puesto que la raíz del símbolo igual la toca y no olvidemos traer a cuenta la fuente original de El Cantar de los Cantares del otro poeta sabio Salomón.

Pasa lo mismo con un eje inclinado más hacia el significante que al significado o viceversa (el conceptismo y el barroco). Pues todo en Dios, hasta su materia se transforma por el amor, que es lo que trasciende a la muerte por medio y culminación de la fe, aquí certeza, el secreto final y más poderoso de todos (igual que la Resurrección donde en este máximo nivel se identifican). Desde luego que estos son los ecos que me provoca en el oído el libro argonaútico, de María, no es que ella diga esto, no obstante expresa claramente la unión dialéctica entre la mística (con una praxis meditativa, cognitiva  y experimental), la poética y la poesía simbólica-real del gran poeta. Y se ocupa en todo el texto de deslindar sus formas y expresiones para un mayor conocimiento de los más grandes poemas de la mística española, los poemas de San Juan. Muestra el profundo conocimiento místico de San Juan en la construcción estructural de éste y del poeta, desde esa vía esencial en tres etapas generales, que se pueden así mismo desdoblar: pero la fotografía del código genético poético del gran ser-universo-poema ya está tomada por María.

Los Santos que levitaban

Los Santos que levitaban: «Levitación de Santa Teresa y San Juan de la Cruz en la Encarnación de Ávila». Pintor anónimo. Dominio público. En: https://proyectoemaus.com/los-santos-que-levitaban-milagros-extraordinarios-y-concretos/

Así nos describe la etapa sensitiva (inicial):

“Su esencialidad es la privación de la luz natural que dará lugar a luz sobrenatural. Es el periodo de la delectación y la humilde confrontación con sus propias miserias, cuando todo el ser se embarga de dolor: es el tiempo de la lucha del ser consigo mismo para vencer los defectos y vicios y abrir una senda interior aireada y pulcra” (58).

Recuerdo la senda de Oku, del gran Basho, el camino de la iluminación espiritual, en esta tradición mística poética oriental, hacía un lugar sagrado de purificación, también como una ruta física real, del caminante hacia el encuentro consigo mismo y por lo tanto con Dios.

“La segunda etapa o vía iluminativa se relaciona con el hallazgo de la luz mas no todavía con la unión divina, es el llamado tramo de los profecientes […] denominados los ‘aprovechados’ por Santo Tomás y correspondientes a ‘los llagados’ de San Juan y los transeúntes del albedo de la alquimia. Las características principales de esta segunda vía son la contemplación o amor y la iluminación o conocimiento intuitivo.” (59) 

“La vía unitiva corresponde al alma que ha llegado al grado sumo de perfección, y se denomina en el tramo de los perfectos para Santo Tomás; el de los cauterizados para San Juan, o los designados del rubedo alquímico […] la primera vía circunscrita a la auto-negación [el desprendimiento del yo, y la pérdida del temor a la muerte, digo yo, de las enseñanzas de Don Juan de Castaneda] y a la nada, es la que se ha remontado por libre albedrío; y la segunda vía circunscrita al anhelo de lo divino, es la que ha transitado merced al don infuso de Dios […] cuando el alma colmada de gracia accede a la presencia unitiva de Dios.” (60).

Dice María.

El libro se extiende doctamente sobre la ecuación amor-fe, el proceso de transformación del alma en dios, tesis esencial de San Juan, el matrimonio divino, el amor trascendente. Me quiero detener sobre el problema esencial de la mística, de la poesía, del amor y de la vida: el lenguaje, desde los términos aquí planteados:

Los poemas de San Juan aluden a las cinco vías de purificación mística hasta la unión con Dios. El camino hacia Dios es el camino hacia nosotros (y a los otros: “yo soy los otros”). Dios está dentro de nosotros (nos: nosotros-otros) y somos otros desde el yo (otros rostros) que alude a la Yod (y permutándolo a Dios, a Yavhé, al verbo doy). Además, decíamos, San Juan es un poeta moderno, como Juan de Mairena lo pedía, en el sentido de que puede expresar perfectamente su poética compleja y su mística unidas y dialogar con ellas para enriquecer sus poemas y desde estos a su vez su poética-mística ya aportadora con su propia experiencia y expresión.

“Proliferan oxímoros y paradojas […] el mismo San Juan ha explicado en sus Comentarios que la amalgama de contrarios que nutre su lenguaje poético-místico se refiere a la reunión de categorías conceptuales (entidades naturales y sobrenaturales) y no a figuras literarias” (64) [esto nos da aún más la razón, pienso, sobre el descuerdo con el gran estudioso Dámaso Alonso]. Si “la inefabilidad del lenguaje es consecuencia de la inefabilidad de la experiencia”, entonces, en el gran poeta, la poesía recurre, a la música, que es el ritmo del universo, del surco cósmico, de la cuerda de la lira dorada, a las cuerdas que vibrando dieron origen al Uni-verso y al Cosmos,  al silencio expresivo y la contradicción para superar –de alguna manera- a la muerte y al vació, a la inefabilidad. “Aunque aquella música es callada quanto a los sentidos y potencias naturales, es soledad muy sonora para las potencias espirituales; porque estando ellas solas y vacías de todas las formas y aprehensiones naturales, pueden recibir bien el sonido espiritual sonorossimamente en el espíritu”  dice San Juan en su comentario a la Canción 14 del Cántico espiritual 766. (64), Por cierto Juan viene del hebreo y significa “Dios es propicio”, o “Dios se ha apiadado”, también “Pleno de Gracia”, como el pleno verano del Día más fértil, el día de San Juan. (Yohanan: Yavé es benigno). La música callada es un pronombre de Dios, aclara con otros María, junto a la soledad sonora nos muestra, dice San Juan “el toque inefablemente delicado del Verbo” Sabe que su verso proviene del Verbo (con mayúscula) del Ver, del ser iluminado, plenamente: agraciado. Así las palabras poéticas danzantes, rítmicas curativas reveladoras, de María Sabina eran dictadas por El Libro de La luz en el que sólo ella leía.

“El lenguaje inefable da lugar a la escritura paradójica y está denominado como el lenguaje de los místicos” (68) comunicando lo incomunicable. El verbo es sustancia, sustancia divina dice San Juan (como el símbolo).  “Consciente del riesgo de perder su ser al ganarlo, el esfuerzo de la palabra que interrumpe su propia contención pugna también por preservar su matriz de silencio” dice la otra María (69). La lengua habla, el silencio es esencia de la poesía. “La sobreabundancia de sentido embate contra las formas instituidas del lenguaje para ingresar en el mundo de lo inefable (…) Palabra o silencio o viceversa (vida-muerte-muerte-vida se suceden en aparente sucesión de antinomias: “que muero porque no muero”) (71).

Palabras de cristal irrompible, más traslúcido que el cristal, silencio transparente y profundo como una fuente cristalina: del Cristo. Silencio consciente pleno de la comunicación sobrenatural, Silencio Sonoro.

Baptism of Christ, c.1608 - El Greco

El bautismo de Cristo – El Greco. 1608.

El libro desarrolla una excelente tesis lingüística sobre la expresividad, sintaxis y semántica de este Silencio. Y cita a Ortega y Gasset: “los místicos han sido los más formidable técnicos de la palabra, los más exactos escritores  […] en todos los lugares del mundo, los clásicos del idioma, del verbo, han sido los místicos. El clásico del lenguaje, el místico, se hace especialista del silencio” (73).

Del lenguaje de Dios. Auxiliadora se cuestiona si la dificultad de la expresión inefable asciende proporcional de la vía purificativa a la unitiva, “liberando sucesivamente un metalenguaje cada vez más autónomo”. La lengua habla, decía Nietzsche, en la poesía, “de la efervescencia lingüística sanjuanista estallan repentinos neologismos (ombumbración, divinal, vibramientos) [como con María Sabina, digo, pues la lengua es una donación] abriendo por dentro nuevos horizontes semánticos a la lengua” (74) y diría Heidegger (otro místico neologista) a la Casa del Ser que la palabra poética construye para el retorno de lo sagrado.

Como el alma de San Juan se une a la de Orfeo-Christo y Salomón, en este poema hay “préstamos” del rey sabio (como Rumi y San Juan, también capaz de entrar en trance místico) que en una segunda versión trata de disfrazar. Dice el poema de Salomón:

Cazadnos las raposas,
esas raposillas
que devastan las viñas
nuestras viñas en flor.

Es la estrofa 15 del Segundo poema y esta es la segunda versión de San Juan que trató de ocultar en la primera:

16. Cazadnos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.

 Definitivamente Cazadnos las raposas de la segunda versión, suena mucho mejor que Cojednos las raposas. La z de zorro conjuga y juega con la s de las raposas y con las eses y ces del segundo y tercer verso. Es la única palabra que corrige en esta lira.

Cuando Salomón canta en el Primer poema:

5. Soy morena, pero hermosa,
muchachas de Jerusalén,
como las tiendas de Quedar,
como las lonas de Salmá.
No miréis que estoy morenas
que me ha quemado el sol.

Y San Juan:

33. No quieras despreciarme,
que si color moreno en mi hallaste,
ya bien puedes mírame
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.

Aquí sólo quita la coma de la primera que, segundo verso, de la primera versión, pues la segunda versión está más corregida y cuidada musicalmente, la coma detenía la fluidez rítmica armónica. Pero la idea es la misma, el alma es oscura como la tierra quemada por el sol, pero hermosa en sí, porque al contacto del amado alcanzará la pureza.

Por cierto, en la Cábala el número 40 significa renovación, entre muchos significados simbólicos esenciales: Moisés habitó en el Monte Sinaí 40 días para bajar con las tablas de piedra. Los judíos llegaron ahí siendo esclavos, después de 40 días se transformaron en la nación de Dios. En el Talmud, el tiempo para formarse el embrión en el vientre materno es de 40 días. En la Cabalá, el número 40 representa los cuatro puntos del mundo, cada uno contiene las 10 sefirot. En la Biblia es otro número simbólico muy poderoso, arquetípico: la cuarentena, las tentaciones de Jesús, El diluvio, el éxodo, etc, por esto, seguramente, la segunda versión completa del Cántico tiene 40 versos.

Así podemos hacer varios claros paralelismos entre los dos grandes poemas, la mística judía y la Biblia, pero por ahora sólo tomaremos la última estrofa del Cántico Espiritual que sin la luz del Cantar de los cantares parece muy enigmática:

40. Que nadie lo miraba;
Aminadab tampoco parecía
y el cerco sosegaba
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

Canta el Cantar:

10. “¿Quién es ésta que asoma como alba,
hermosa como la luna,
refulgente como el sol,
imponente como ejército en formación?”

11. Había yo bajado al nogueral
a contemplar la floración del valle,
a ver si la vid estaba en cierne,
a ver si florecían los granados,

12. ¡Sin saberlo mi deseo me puso
en los carros de Aminadib!

En el Paraíso de los dos cánticos no hay serpientes, pero sí el ruiseñor (o filomena), el dios de la poesía, del canto. En El linaje de El Santo Grial, Laurence Gadner piensa que Aminadab (personaje menor de la Biblia del Éxodo: “el momento más crítico del Antiguo testamento”) es Akenatón. Para San Juan es el adversario del alma, el demonio, en la “Escritura divina”. Se puede también tomar como el demonio tentador sensual superado por el Amor completo. Quizá sería la única serpiente simbólica pero es sólo una amenaza lejana superada, una reminiscencia. El mismo poeta iluminado, lo “declara y anota” (aclara en sus notas). Sin embargo, la sensualidad y sexualidad no se rechaza ni aniquila, como en el poema bíblico, es parte íntegra (integrada) de la escalera al cielo, es la Tierra. Por eso, ya en el Vuelo, se ve a lo lejos, superada por la Unión final.

San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús

San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En: https://www.portalcarmelitano.org/

Finalizo estos comentarios con la estrofa de San Juan (recordando nuestra primera cita estrófica del Cantar de los Cantares) que se reitera en la versión de Mario Satz:

Oh, muchachas de Jerusalén,
yo os conjuro por las constelaciones,
las ciervas y las gacelas del campo:
no despertéis a mi amor hasta que lo desee.


BIBLIOGRAFÍA

Álvarez María Auxiliadora, Experiencia y expresión de lo inefable, La poesía de San Juan de la Cruz. BUAP-Ediciones del Lirio, Colección La Abeja de Perséfone, Méx., 2013.

Biblia de Jerusalén. Porrúa, Méx., China, 2009.

De la Cruz San Juan, Obras completas. Porrúa, Méx., 2016.

Godwin Joscelyn, La cadena áurea de Orfeo. El resurgimiento de la música especulativa. Siruela, Biblioteca de ensayo, España, 2009.

Palazón Mayoral María Rosa, Peña Margarita, Prado Veláquez Ernesto, Antología de la poesía en lengua española (Siglos XVI y XVII). UNAM, Méx., 1999.

Rumi, El pequeño libro de la vida de Rumi. El grano de mostaza ediciones, España, 2021.

Satz Mario (versión), El Cantar de los Cantares o aromas del amor. Kairós, Barcelona, 2005.

Notas:

[1] Los tres poemas completos los ponemos al final en un anexo, para mayor claridad del argumento.


* El Dr. Víctor Manuel Contreras Toledo (Víctor Toledo) pertenece al posgrado de Literatura Hispanoamericana de FyL BUAP



VÍCTOR TOLEDO. Premio Nacional de Poesía Joven, INBA, 1983. Becario del CENTRO MEXICANO DE ESCRITORES (84-85). INBA (85-86). De Traducción CONACULTA, 2003. Creadores con Trayectoria, Veracruz y Puebla (2011 y 2015, entre otros años). VERACRUZANO DISTINGUIDO 2004. MEDALLA DE HONOR PRESIDENCIAL PABLO NERUDA, Chile, 2004. Director de las colecciones La Abeja de Perséfone y Las Lágrimas de Eros, Dirección de Publicaciones, BUAP. Antologado en: Veracruz Dos Siglos de Poesía,  CONACULTA, 1991. La Rosa Escrita. Breve antología poética de la rosa en lengua castellana, Aldus. México, 1996. El corazón prestado (El mundo precolombino en la poesía de los siglos XIX y XX), Cal y arena, 2004. Dos siglos de poesía en México,  Tlaxcala, 2010. Antología General de la poesía Mexicana, Océano, 2013. Pertenece al posgrado de Literatura Hispanoamericana de FyL BUAP.