A lo largo de mi vida ya he olvidado las tantas veces que para un proyecto escolar se me pidió llevar revistas, tijeras y pegamento adhesivo para hacer un collage sobre algún tema.

A diferencia de la pintura o el grabado que implican desarrollar habilidades, manejo de materiales, teoría del color y otras, el collage no pide de uno más que saber recortar y pegar. Los requerimientos manuales son sencillos y esto no significa que no haya un cuidado en la selección de elementos y composición. Así, el collage es una técnica de fácil acceso para la expresión o proyección de alguna idea.

El collage surge, al menos desde la perspectiva de la historia del arte, con Picasso en 1912 con la obra Naturaleza muerta con esterillado al incluir un pedazo de tela como la textura del asiento de una silla[1]. Tal vez el collage ya se hacía en otras latitudes o ámbitos, como la publicidad o la fotografía, pero no recibía la atención del mundo artístico hasta que Picasso lo incorpora. Por otro lado, para los dadaístas el collage fue una técnica que ejemplificaba sus ideales de producción de obra al utilizar el azar como método de composición, como en los poemas. Tristan Tzara tenía la técnica de recortar palabras del periódico, meterlas a una bolsa y luego sacar una por una y pegarlas en el orden en el que fueran saliendo[2].

Hablar de mis collages es un tanto extraño; es ver mi trabajo de frente tratando de separarme de él, encontrarle características y conexiones que veo en obras ajenas. Comenzaré diciendo que mi producción de collages comenzó por necesidad, una creativa y otra catártica. La catártica derivada de la pandemia por COVID 19 del 2020 y el encierro en el hogar que para muchos, incluyéndome, se convirtió en una prisión. Mi cuerpo estuvo tanto tiempo en casa y la ansiedad se acumuló. La creatividad encontró su oportunidad en el encierro “ahora tenemos tiempo” decía. Realizar collage durante este periodo ayudó a mi salud mental y ha cumplir una meta de siempre: hacer arte.

Un evento importante que me alentó a realizar collage fue cuando me propuse hacer uno para un proyecto en la universidad. A cada alumno se le asignó un libro a leer y al finalizarlo teníamos que realizar un trabajo que visualizara su tema eje. A mí me tocó, por azar, ‘La pianista’ de Elfriede Jelinek. Resolví que el libro hablaba de diferentes problemáticas que envolvían a la mujer, como hija, como profesionista, como un ser con deseos, que se encuentra envuelto en un contexto violento. Me encantó el resultado y me reencontré con el collage. Esto fue poco antes de la pandemia.

Me dediqué a recortar y recortar revistas, catálogos y periódicos para tener una base de elementos amplia para poder iniciar a armar collages. Aquí es donde también apliqué mis conocimientos sobre las maneras de producir obras que utilizaron los dadaístas: el azar. Aunque debo admitir que pensaba “¿qué es lo más irreal que puedo armar?”, ya no tan azarosamente. Los primeros collages fueron experimentos. Quería y aun quiero, construir mi estilo. Empecé a establecer algunos límites para realizar los collages: que tuviera pocos elementos, que crearan paisajes surreales. Asimismo, no solo he experimentado con el collage análogo, sino también con el digital.

Sigo dos procesos para hacer collage. En el primero, a partir de mis recortes, voy armando una composición que crea que se ve interesante y onírica, guiado por los  límites antes mencionados; la segunda cuando me baso en algún concepto que quiera tratar como las ‘cicatrices’ o la pregunta “¿Qué es Latinoamérica?”, así también como cuestiones personales como mi ansiedad por los sismos y reflexiones sobre quién soy en los autorretratos. Cuando elijo trabajar a partir de un tema en concreto realizo una lluvia de ideas relacionadas y reflexiono sobre él y cómo me gustaría abordarlo. Después, busco imágenes que evoquen esos pensamientos para ir armando la composición final.

Mi inspiración más presente en mis collages es Grete Stern y sus fotomontajes. Su serie Sueños ilustraba una columna semanal de la sección “El psicoanálisis le ayudará” de la revista argentina Idilio, que inició en 1948[3]. En su obra se observa casi siempre como protagonistas a las mujeres y retrata diferentes problemáticas femeninas. Asimismo, me inspiraron los collages de Max Ernst, los cuales recuerdo haber visto en la exposición Una semana de bondad en el MUNAL. Me impresionaba que parecían dibujos o grabados, pero no, eran recortes. También artistas de collage contemporáneos que conocí por Instagram como Mr. Babies y Katie Heart han influenciado mi trabajo.

En mis collages empleo constantemente el cuerpo, sobre todo el femenino y lo contrasto con elementos naturales, con diversos animales y con paisajes cósmicos. La mujer es un elemento fundamental en mi trabajo. Nos pongo sentadas en la luna o en una hoja tocando una guitarra, con cicatrices de donde nacen flores, recostadas sobre las nubes o escalando montañas de pinceles. En mis trabajos más recientes he cambiado, para experimentar, los fondos de galaxias y bosques por la hoja en blanco y otros colores. Se han vuelto un tanto minimalistas. Sigo en un proceso, que considero interminable, de autodescubrimiento artístico.

Creo firmemente que el collage es una técnica generosa que está al alcance, si no de todos, de la mayoría de personas, pues está integrado en nuestra educación desde la infancia y los materiales y las habilidades que pide de nosotros son sencillas de obtener. Existen distintos procesos para realizarlo y creo importante experimentar con ellos. Está a disposición de cada uno encontrar el estilo y temas con los cuales se identifique. El collage me ha permitido descubrirme como mujer creadora y artista, a expresarme y autonombrarme como una.

 


[1] Yurkievich, S. (2005). Estética de lo discontinuo y fragmentario: El collage. Acta Poética, 6(1-2). https://doi.org/10.19130/iifl.ap.1986.1-2.611 (p. 54)

[2] Ramírez, J. A. (1997). El Dadaísmo. En Historia del arte 4: el mundo contemporáneo (pp. 236–241). Alianza Editorial. (p.239)

[3] Príamo, L. (s/f). Los Sueños de Grete Stern. MALBA. Recuperado el 09 de agosto de 2023, de https://www.malba.org.ar/los-suenos-de-grete-stern/


Halina Gobernatore (Ciudad de México, 1993) Es mediadora de arte. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM y formó parte del programa de mediación presencial del MUAC (2019-2023). Sus collages nacen de la necesidad y deseo de expresarse durante la pandemia por COVID 19 en 2020, es desde este año que la producción se vuelve constante y consciente. En su trabajo conviven elementos botánicos, animales, paisajes naturales y cósmicos y el cuerpo, sobre todo el femenino. Colaboró con la revista Punto de partida de la UNAM en 2023.