En los tres ensayos que conforman el libro
Cruces de caminos: tres aspectos de lo liminal en la literatura, de Rodrigo García Valdés explora un territorio donde los límites entre lo humano, la tecnología y lo desconocido se desdibujan, dando lugar a narrativas que exploran las pasiones, los miedos y las tensiones de nuestra época. En su propuesta el autor ha encontrado en estos cruces un modo de repensar la experiencia, de confrontar al sujeto con sus zonas de sombra y de reconocer en la ficción un espacio de revelación.
Los tres ejes que articulan esta reflexión como lo son el mito, lo siniestro/íntimo y la polifonía, son también tres maneras de nombrar el deseo de comprender lo que escapa al control: lo sagrado que aún vibra en el relato, lo inquietante que se oculta en la intimidad, y la voz del otro que resuena dentro del yo.
En estas intersecciones, la escritura se convierte en un puente entre dimensiones, un modo de explorar los espacios donde lo real se torna extraño y lo imaginario cobra cuerpo. El mitologismo en la literatura nos recuerda que el relato, antes que un ejercicio estético, fue una forma de conocimiento del mundo. Desde las antiguas cosmogonías hasta el realismo mágico, el mito ha servido para expresar lo inefable, aquello que no puede explicarse sino a través del símbolo.
Con los “Kentukis” se despliega una red donde lo íntimo y lo desconocido se desvanece entre el sujeto y el objeto, porque son estos raros personajes espejos del alma contemporánea: máquinas que revelan la fascinación por ser observados y el temor a perder el control sobre la propia vida. Schweblin, al explorar esta zona intermedia entre la humanidad y la máquina, nos enfrenta a la incomodidad de reconocernos en lo que tememos, en lo que creíamos ajeno.
Por su parte, en Casas vacías de Brenda Navarro, la pluralidad de voces construye un paisaje emocional donde la identidad se desintegra y se recompone en el contacto con el otro. La novela hace visible cómo la palabra, y en su modo de ser enunciada, revela la subjetividad, la herida y la búsqueda del sentido.
Luis Manuel Pimentel
