*** Víctor Toledo es uno de los poetas más importantes de México. Conversamos in extenso sobre su obra y pasiones intelectuales y espirituales: la mitología y el orden vegetal, entre otras.
*** La obras de arte pertenecen a Alejandro Villanova
Dos grandes pivotes de tu obra poética son el orden vegetal (o botánico) y el orden mítico. Estos, a su vez, se relacionan. ¿A qué momento de tu vida se remonta el interés por estos ámbitos poéticos tan poderosos?
Nací y crecí en una pequeña ciudad, Córdoba, en ese entonces de 50 000 habitantes, que aún conserva, en ciertas partes, su carácter de selva alta más al norte del planeta, además de estar situada entre las fértiles altas montañas de Veracruz, bañadas por la brisa del Golfo de México, ricas en producción de café y azúcar, que estimulan el habla y la imaginación, como Terence McKeena muestra en El manjar de los dioses. Los cordobeses nos desarrollamos bajo la luz de una deslumbrante belleza, celeste y terrenal, entre jardines de flores extraordinarias, como las gardenias (que trajo mi abuelo de Andalucía) y las colecciones de orquídeas (especies más inteligentes que los humanos, como lo es el reino vegetal), y vegetación y fauna exuberantes. Esto desplegó una imaginación mítica-poética colectiva y personal, como dice Bachelar: el matrimonio del sol y del agua es el más propicio para el nacimiento de la poesía (entre Veracruz, Tabasco y Chiapas, los estados más selváticos de México, se da gran parte de la poesía más importante mexicana. Córdoba y Villahermosa, Tabasco, se distinguen). Esta riqueza dio lugar a un boato económico, comercial y libresco (Córdoba, además era el centro ferroviario de todo el sureste mexicano, el barrio de Las Estaciones (de magnífica arquitectura porfiriana) donde crecí, concitaba todas las estaciones de ferrocarril (que enlazaban la capital del país y el sur). Un universo rico en música (la décima culta y popular llegó de España), cuentos, mitos y leyendas (que también llegaban con los ultramarinos desde el cercano puerto de Veracruz, el principal puerto comercial mexicano) y un habla alegre e ingeniosa con muchos juegos de palabras, a Córdoba la llamaban “la Atenas veracruzana”. Hermes es el verdadero padre de la poesía (un mito lo explica), el Dios de los límites (inframundo, terrenal y celeste) que sólo el puede trascender libremente). Así como en su versión romana es Mercurio, el Dios del comercio y la comunicación (vemos cómo las interpretaciones del mito griego romanas son más mundanas y pragmáticas, menos sagradas y esotéricas). Por otro lado, la mitología prehispánica mexicana es muy rica y desde muy niño me fascinaba escucharla. Así es que en la licenciatura estudié los mitos zapotecas y mi primer libro de poemas está basado en éstos. Poemas del didxazá (Poemas de la palabra nube), ilustrado por Francisco Toledo y epilogado por Andrés Henestrosa (el escritor que recogió estos mitos y leyendas de Oaxaca, el Didxazá -el zapoteco-, era la lengua de mi madre). La filología griega ha tenido un gran auge en las últimas décadas y eso a legado una mayor y más profunda compresión del mito y de su universo fabuloso y maravilloso (en el sentido filosófico y antropológico).
El destino de Córdoba está dominado por la radiante estrella binaria de Hermes y de Mercurio, por el creador de la poesía y por su despliegue: el dios del comercio, del mercado. Córdoba fue el gran centro comercial del país. En cantidad siempre ha tenido grandes comerciantes (es una ciudad de fenicios) pero en calidad sólo han permanecido los poetas y pensadores (es una ciudad de atenienses). Actualmente, como en el mundo, domina el comercio depredador y hay una gran decadencia cultural y descomposición social, este lugar marcado debe recurrir a su enorme legado poético para su renacimiento. Uno mitos en el libro, como el de la más bella leyenda mexicana, La mulata de Córdoba, con la historia de Orfeo y la de éste con la de Hölderlin, ect., en mi poesía puedo mezclar los mitos mexicanos con los griegos pues para mí, contienen el mismo mensaje universal, son una sola esencia.
Te doy un ejemplo del desdoblamiento de Mercurio a Hermes, en este caso: Mientras el padre del gran poeta de los “Contemporáneos”Jorge Cuesta, ganaba concursos nacionales por la producción y calidad de su café y cultivos, como la naranja de ombligo y el tabaco, utilizando un pensamiento agronómico con la riqueza del humus del lugar, éste se convertiría (siendo químico de formación, por la herencia pragmática experimental de su padre) en uno de los grandes poetas mexicanos universales y al mismo tiempo su vida en un mito, creo la fórmula de la inmortalidad para la conservación de los productos familiares de exportación a España y una estructura poética basada en la precisión de las fórmulas científicas, ésta se vuelve más profunda en su contenido dependiendo de la inteligencia del lector, es una estructura abierta, infinita en sus sentidos. El rancho de su padre, donde escribió “Canto a un Dios mineral” (quizá el pivote filosófico de “Muerte sin fin”), desplegó su habla e imaginación poéticas, entre las fértiles montañas y las nubes que ocultan a veces los tres picos que marcan, como una pirámide, la partida de Quetzalcóatl para su renacimiento.
Crecí en un barrio esplendoroso arquitectónicamente, del siglo XIX, con viejos y señoriales edificios atestados de fantasmas y leyendas (el charro negro, la llorona, etc), todos sus vecinos los veíamos y oíamos, como algo natural y cotidiano. Y con el eco y ejemplo de sus creadores famosos a nivel nacional: Sofía Bassi (pintora surrealista), Emilio Carballido, Rafael Delgado,Cuesta, Bonifaz Nuño, (grandes escritores y poetas) por decir algunos y no mencionar a inventores y deportistas.
La poesía y el mito (el mito tiene un lenguaje poético-metafórico-simbólico, la poesía es mítica en esencia) están íntimamente relacionados, el Mito es una cosmovisión, es una sóla novela universal, que, mundialmente, coincide en su trama y mensaje, compuesta por sus mitos como capítulos, así, los primeros grandes poemas son míticos: Gilgamesh, los poemas órficos, la Iliada y la Odisea, etc., y estos mitos construyen una cosmovisión que se opone al caos, una primera visión ordenada y clara, del orden y el sentido de las cosas y del todo: edifican el primer templo donde nos vemos reflejados dialogando, con el universo, concibiendo y trascendiendo al tiempo, donde nace la cultura, la religión y el sentido teleológico que, pienso, es la esencia de la poesía, que tiene antes un origen shamánico como la misma lengua, es decir, los enteógenos, concretamente los hongos, jugaron un papel fundamental en el desarrollo de la lengua, el lenguaje humano, del cerebro y del origen de la religión y la cultura: “el canto baja como costras de luz del cielo” dice La gran shamana-poeta María Sabina (la mítica tierra de Huautla, donde vivió está en la misma coordenada de Córdoba, comparten el mismo paralelo: 18 grados, 30´ Norte, son poblaciones sólo separadas por la Sierra madre oriental, pero unidas por su gran humedad y los hongos maravillosos). “Los celestes llegan entre truenos” dice Hölderlin. La feraz fertilidad, la delirante naturaleza, cordobesa y su proximidad al mar, desató lluvias torrenciales de hongos sagrados y de palabras maravillosas. Los entéogenos, transformando la estructura del cerebro, juegan un papel fundamental en la creación del mito y la lengua (y por lo tanto de la poesía).
Este cerebro mítico fundacional, de la pirámide mental actual, sigue siendo la base y el impulso de nuestro pensamiento y reflexiones, sean científicas, filosóficas o poéticas, de este sistema analógico-poético surgió el pensamiento racional y científico, las letras y de ellas los números, de los acentos las notas musicales, y continúa el lenguaje poético (música y palabra) como la escala más alta del conocimiento,“las musas son la culminación de la creación” escribió Walter F. Otto, porque la poesía reúne Cosmogonía-pensamiento, retórica (que es una lógica muy compleja) y ritmo-música: prosodia (que sería la estructura profunda que sigue significando lo más hondo y preciso en el lenguaje poético), la música de la lira de Orfeo, su canto, es la música de las cuerdas de los planetas, que son las sirenas, en su canto superadas por la lira órfica-apolínea que llega a la máxima escala, donde la música supera al sonido es “música del silencio sonoro” y se sitúa junto a Apolo y las musas, como la más alta revelación del Ser.
A partir del mito se desarrolla el pensamiento y el lenguaje racional, desde el mayor escalón del razonamiento -superándolo-, la poesía rebasa a la razón, a la filosofía y a la ciencia, como una visión más compleja y completa, a través de un lenguaje que reúne la sensibilidad y el pensamiento (el pensamiento sensible, la sensibilidad pensante), la intuición, la lógica y la imaginación, porque este triángulo poético se galvaniza, imanta, despliega, se desdobla, se impulsa y permea entre sus ángulos equiláteros, mutuamente, en sinestesia completa, para convertirse en una pirámide cósmica (cuya punta es el sentido del mundo y la cosmovisión que ordena al caos) que se opone (en equilibrio humano-divino, en diálogo), al desorden natural de su época, a la entropía en homeostásis demiúrgica, sagrada. En las obras más complejas y grandiosas, al caos (orden sagrado: el orden humano solo, sin poetizar, es un desorden, un caos en la naturaleza) de las eras o eones (de ahí la categoría de lo clásico y lo sublime kantiano), como capas del pensamiento cerebral, cada una de estas tres partes, como dije, resignifica e impulsa a la otra y la hace más significativa, más profunda. La poesía reúne el cerebro mágico-mítico y el cerebro más actual y en formación, el científico, el filosófico y el artístico (en el cerebro poético todas sus capas, con sus eras, conviven vivamente). Es el tándem que renueva el lenguaje uniendo todas las formas del pensamiento en el artístico o imaginativo-creativo-poético.
Cuando creces ante un paisaje tan pródigo, el prodigio de la creación, la imaginación y el habla, es natural. La naturaleza habla y canta a través de la poesía, de los mitos y símbolos, por medio de las ninfas y las musas (en el shamanismo es la voz directa de las plantas sagradas que podemos llamar hadas, en tanto la voz de Hades, del hades y del ado, el destino), puentes entre la voz sagrada (ctónica o celeste) y la de los humanos.
En “De Orfeo a Eurídice”, el patrono griego de los poetas, por medio de tu voz, fustiga a Virgilio y Ovidio, se proclama “poeta de poetas // el que cura con la luz”. Y los acusa, por si fuera poco, de ser funcionales al sistema. ¿No están un poco cargadas las tintas contra dos de los grandes poetas de Occidente?
Te he contestado ya esta pregunta. Orfeo es el dios de la poesía y la música o un semidios que une al mundo triple como Hermes, su poesía y pureza logran vencer a la muerte, al destino y al tiempo. No puede conceder nada. Canta para lo más sagrado: el triunfo de la luz sobre la oscuridad.
La poesía también es exageración, una mentira que dice la verdad. Independientemente si la comparación es exagerada o aguda, creo, se comprende la idea: Virgilio y Ovidio son poetas humanos, geniales pero con errores, no son autores de una cosmogonía del origen, adaptaron la cosmogonía griega a la suya y a los intereses políticos del imperio, consciente o inconscientemente, son poetas legendarios pero no míticos, son “intectuales orgánicos” de su tiempo, por decirlo así, sirven también a la corte, son poetas de la corte, por lo que tienen que hacer concesiones, obedecer y apoyar al emperador, escribir también por ideología, dependieron de mecenas y poderosos, concedieron humanamente aunque sus obras fueron inmortales, la exageración o comparación crítica también nos da una metáfora con la poesía general de nuestro tiempo. Orfeo es un poderoso mago, un demiurgo, hijo de Apolo y de una ninfa. Hace llorar a las piedras, caminar al bosque para escucharlo, y amansa a las fieras, el poder, el sistema, amensa y amansa a las masas. Y aunque éstos son también pilares de la construcción del mundo espiritual universal, sirven al César, trabajan para su visión del mundo, que en su tiempo era innovadora, acomodando los mitos originales griegos al servicio de la civitas romana.
Pero nosotros hablamos, por medio de este arquetipo, de un verdadero tiempo sin tiempo, de la Casa del Ser reconstruida por la palabra poética, del advento de lo divino retornando, de lo sagrado que permanece a través de la visión del mito y la poesía. Y este atrevimiento consciente, atrevimiento para nuestro tiempo, es nuestro impulso creativo, la más inocente y peligrosa de la ocupaciones, diría Holderlin.
Los creadores concretos de los mitos y las religiones son los poetas, en tanto demiurgos (en mayor o menor medida) de su civilización y su época, a partir del folclor y la naturaleza del lugar. La esencia de la civilización y religión griega es más sagrada y la visión sagrada es individual, de origen shamánico, una experiencia personal que revela la verdad sin concesiones o transacciones. Como creadores de otra cosmovisión, más basada en lo colectivo, los poetas romanos modificaron el mito, inclinándolo más a lo civil, al interés político colectivo, más pragmático, el mito evoluciona hacia lo racional y va dejando atrás la visión que es revelación personal, pura, se compran los oráculos (lo sagrado, la conexión real con lo divino o sagrado), por intereses económicos y se justifican así, auspiciosamente, las guerras, por ejemplo. De ahí nace la iglesia. El mito de Orfeo y el orfismo evolucionan en Cristo y el cristianismo, la primera gran separación entre el hombre y la naturaleza, entre la madre, el padre y el hijo.
El nuevo rey de judea dice: “Mi reino no es de este mundo”, su reino es el reino del espíritu y de la palabra poética. Así, San Juan de la Cruz, tomando la base de El cantar de los cantares de Salomón, escribe en una lengua divina, pura y compleja, de profunda sencillez de la revelación mística más alta, el Cántico espiritual. La pureza y misión de la vida del santo que levitaba, como nos hacen levitar sus versos, es una vida poética y una poética de la vida, como la de Hölderlin. Este es el gran modelo de la poesía, para mí, una poesía donde el lenguaje habla, donde se da la revelación, que sana y transforma superando nuestra condición humana, así la saga órfica.
En el mito, el hombre está unido a su madre naturaleza y le construye su templo en un claro del bosque, rodeado de oscuridad, pero lleno de símbolos luminosos, significativos, de proyección teleológica.
La poesía que abunda hoy -aceptemos el nombre sin conceder-, la que más se reconoce (natural o artificialmente, oficial o extraoficial) en general, es más merculiar (de Mercurio, el dios del mercado romano y del viaje terrestre, no sagrado), que hermética y hermenéutica (órfica), más pragmática que dionisíaca (verbigracia: Neruda, poeta natural, con la fuerza del caos, que también cantó al estalinismo y se benefició del apoyo del partido comunista mundial) o apolínea (verbigracia Paz, poeta pensador, intelectual del orden, que avaló las elecciones fraudulentas mexicanas para confirmarse como el poderoso césar-poeta oficial mexicano). Uno buscaba hacer la revolución, otro consolidarla oficialmente por medio de la palabra, buscaba petrificar más al símbolo volviéndolo más ídolo. Claro, estos dos grandes poetas – de ideologías encontradas- también legaron cosas muy positivas, y tuvieron otras vertientes, la metafísica en la mejor versión de Neruda, la sagrada, mitológica y reflexiva en la mejor de Paz. Otros escalones más en la pirámide cósmica que debemos superar, pero que nos dejan su aporte mítico y poético, su parte la construcción del Ser: Alturas de Macchu Picchu, uno, El laberinto de la soledad, Los hijos del limo, y en general toda su obra, el otro.
La no poesía, siempre ha existido, podemos encontrar viejas antologías de siglos recientes con un buen número poetas que estuvieron muy de moda pero que ahora están olvidados porque no eran grandes, importantes o verdaderos poetas. Sin embargo, ahora se ha exacerbado esta tendencia que si era natural, ahora es más que mórbida y patológica. Por otra parte, casi todo está revuelto, el bien y el mal, la oscuridad y la luz, y el sentido de esta metáfora mítica, que retoma el libro, es decantar un poco más el canto, la esencia y el sentido y origen de la poesía. Pero, es sólo una mínima parte del libro, que busca recobrar la visión del mundo sagrado, la inmanencia natural del mundo divino, a través de la voz del jardín que es el libro que escriben los astros.
Así como el alter ego de Orfeo, la esencia buscada del arquetipo poético por excelencia, que es el espíritu del jardín (símbolo del Edén), en su creatividad, que en mi pathos poético, es “el rapto que viene de las musas”, se escribe el libro a través de mí, así lo sentí y me dejé llevar, libremente sin temor a la crítica, practicando mi “posesión”, ingenua o lúcida, infantil o profunda, naturalmente grandilocuente (la gradilocuencia poética pertenece más a la tradición poética rusa, más a la vanguardia sudamericana que a la tradición mexicana. Sin embargo, mi última gran formación poética fue en la lengua y la poesía rusa, pues hice un doctorado en filología rusa). Fui el poeta que transcribía el dictado de la naturaleza -sagrada siempre para mí- del jardín, que a su vez yo cultivo y es el libro sobre el que escribo con mis afanes de jardinero y así me escribe, es el diálogo entre mi alma y el Espíritu. Verso, sabemos, significa surco de ida y vuelta, surco que se traza en el vacío para sembrarlo. Orfeo en el jardín también tiene ecos filosóficos coincidentes, pararelos, no directos, con libros como Loa a la tierra, un viaje al jardín, de Byung-Chun Han, el pensamiento, abarcador de todas las ramas del conocimiento, conciencia y poética de Goethe, etc.), es una voz de ¡alto al vacío!, alto a la reproducción de la nada, alto a la nada, desde mi modesto concurso, como algo natural, como un respiro personal de esta tendencia vertiginosa donde todo cambia y habla del vacío.
El prestigio de un Nobel hace tiempo ya no es el mismo, otro ejemplo, se otorga, sobre todo, con fines políticos y, o, mercadotécnicos .
Recuerdo que mi generación creció con los clásicos universales ilustrados por grandes pintores mexicanos, libros de texto gratuitos promovidos por José Vasconcelos desde la secretaría de Educación pública, leíamos desde la temprana infancia a grandes poetas como Tagore, ya mis hijos tenían que leer a escritores intrascendentes, superficiales, no memorables, encargados por profesores por su lectura fácil o por vender, sin pensamiento. Nunca les dejaron nada, en las librerías cada vez es más difícil encontrar un rico surtido de grandes libros, profundos, inolvidables, formativos, son libros impuestos por la mercadotecnia y el instante, por la moda. Las grandes editoriales extranjeras están cada vez más escasas o ausentes en nuestras librerías (abundan, como sabes, los libros de autoayuda, de políticos, religiosos o ideológicos) por su costo y porque enseñan a pensar, a tener una formación y pasión crítica, descubridora de la maravilla del mundo, es a propósito y natural para el sistema.
Hay un libro reciente tuyo que no he podido revisar. Cosmogonía. ¿Cuéntame un poco de qué va, es una antología personal?
Son los poemas escogidos, entre toda mi obra, escritos alrededor de una concepción propia del cosmos, a partir de la filosofía y la ciencia, sobre todo la biología y la física. Donde fundamentalmente somos la conciencia del universo y la culminación y perfeccionamiento del lenguaje que surge de los símbolos que la naturaleza habla a través de la forma y su inspiración-aspiración del aliento de la musa-naturaleza por el demiurgo-creador siguiendo el arquetipo de Orfeo, o de la Cabalá.
Cito parte de la contraportada, excluyendo la generosidad laudatoria, de un joven crítico español, autor de ella:
Más que una poética, es una forma de pensar, de vivir. Al principio puede parecer algo particular, un juego únicamente; pero al leerlo y escucharlo advertimos una cosmovisión que conforma un todo. Uno de los rasgos que más llama la atención […] es el lingüístico. El mexicano es capaz de contar una historia a partir de un lenguaje mítico con el que, al coincidir en el oído, vislumbramos la sombra asombrosa. Este ritmo acompasa la realidad, lo presente y lo pasado, lo cercano y lo alejado. Una frase suya explica su poesía: “El en-cantamiento musical órfico es la misma redención del alma”. La fragmentación léxica e invención semántica permite la plurisignificación como esencia del título mismo y sus grandes sinestesias.
Cosmogonía es […] Reunión de sus poemas con su visión del universo y del Ser. La intensidad, la paronomasia, el tema mítico…; es decir, su estilo, su voz… son la misma, es única: acabamos viendo neologismos, mitos, paronomasias, juegos verbales, haikus, caligramas o palíndromos como premonición de sus Permutaciones. Los mitos asientan el contexto de tales fábulas fabulosas. Sus paronomasias siempre te sorprenden [… se] compara la poética de Toledo con las matrioshkas: “muñecas rusas que guardan una muñeca adentro que guarda otra muñeca adentro que guarda…”. “Una poesía con quinta dimensión”, “un bonsái infinito que demanda lecturas microanalíticas, de organismo vivo” han dicho otros críticos. Hiperneobarroquismo conceptual […].
La euforia concéntrica que nos provoca explica por qué es peculiar, original y distinto: “parte de la poética cabalística […], parte del Vacío creador, del Vacío originador del mundo, del Sonido del Origen. La imagen del sonido es el sonido de la Imagen”. “Las letras son estrellas, son semillas”.
Imagino el proceso creador de Toledo como un continuo pulir. La piedra de toque es su lengua. El resultado es un brillo que se despoja de las cáscaras y de los pétalos para ofrecernos el fruto […]
Bueno, esto es mi búsqueda, lo logre o no.
Diriges una colección de poesía preciosa para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: La abeja de Perséfone. ¿Qué publicaciones podemos espera dentro de esta colección?
Estoy esperando pacientemente -ya hace mucho, esto no sucedía nunca- que salgan, entre otras publicaciones de la colección ya muy atrasadas, las antologías de Cuba, del Perú y de las traducciones de los poetas greco latinos que ya tenían una visión primigenia, fundacional, de la poesía ecológica, la ecopoesía o ecocrítica. Pero se le ha dado prioridad, por distintas razones, justificadas o no, a muchas otras colecciones menos exigentes, en cuanto a la calidad. Es el tiempo que habitamos: a mayor información menor formación.
En México se ha reducido, sustancialmente, en general, es una tendencia común de esencia neoliberal, como sabes, el presupuesto a la educación y la cultura y esto afecta a los productos más libres, más exigentes, más pensantes, renovadores y de calidad, sobre todo a la poesía, que no se vende porque no se vende, decíamos, aunque nuestras colecciones, Las lágrimas se Eros y La abeja de Perséfone, estén agotadas en sus títulos publicados.
Mircea Eliade hablaba de un mito del eterno retorno. Tú, con tu poesía, pareces hablar de un eterno retorno del mito. En pocas palabras, y para cerrar la entrevista, ¿cuál es la importancia del mito en la sociedad de hoy?
Nuestro cerebro es como una cebolla -valga la comparación que venimos desarrollando- con distintas capas transparentes, las eras, de la visión del Espíritu, los eones del desarrollo de la conciencia del sentido del Ser y de la imposible nada, el Ser no-nada (en el universo no hay vacío, el espacio está lleno de energía después y entre las partículas). Todas las capas siguen conectadas con mayor o menor efecto y conciencia, conviven, consiente o inconscientemente, objetiva o subjetivamente. La primera capa de esta conciencia espiritual, del desarrollo del pensamiento, es el mito, que nos entrega la conciencia cósmica de un orden trascendente, divino y teleológico. Sobre esta capa, que viene de la visión mágica-shamánica-, etapa o eón mítico se edifican superponiéndose las otras, la racional y científica y la nueva formándose de la unión de esta primera forma-formación con las últimas a través de la cultura, del arte y sobre todo de la poesía. La poesía construye una nueva capa espiritual más rica y completa, une el cerebro intuitivo artístico, con el lógico matemático racional, el cerebro femenino y masculino, el subjetivo y el objetivo, rompe la separación entre significante y significado, la arbitrariedad del signo, todas son fundamentales, esenciales, en realidad tienen muchas conexiones entre ellas, sobre todo en los innovadores, en los verdaderos creadores científicos o artísticos.
El cerebro tiene también una estructura piramidal. Grosso modo: el hemisferio derecho y el izquierdo, el cerebro irracional, el racional, y la corteza cerebral: la materia gris, el nuevo cerebro desarrollándose, que une todas las capas (el cerebro, el cerebelo, y el tronco encefalico, a su vez cada una desplazándose en todas sus estructuras complejas), la corteza cerebral es la parte superior del cerebro, el de la visón de la Sincronicidad, el cerebro poético, el más humano: todo esto estructurado con la abstracción de la Forma del mito, con el lenguaje analógico-poético.
El mito evoluciona pero sigue siendo quien da la explicación más clara y completa del mundo y su sentido a través de su simbología, donde la filología y la hermenéutica son imprescindibles. Nuestra percepción sigue siendo mítica, ya sea científica, poética, artística o poética, sólo que el mito se ha enriquecido con sus nuevas experiencias de la búsqueda del conocimiento y la conciencia, con formas más definidas o diferentes pero igual de complejas en consonancia con las propias, son desdoblamientos de este origen, de esta fuente que sigue manando la con-ciencia y el diálogo con lo divino o lo trascendente, con el Ser que no puede dejar de Ser, como si ésta fuera su definición más exacta, la nada no puede ser nada porque el hecho de nombrarla ya la anula, igual que Dios no puede ser negado o demostrado, pero entendemos en un último silogismo que el Ser es la no-nada (racionalmente, metafíscamente) o el Todo (poéticamente, místicamente) o que Dios es una conciencia muy personal que nos conecta con el todo, que nos hace sentir la Unidad del Todo, del Ser y esto nos da mayor poder de diálogo con el universo. A través de la Sincronicidad, proyectamos nuestros pensamientos y palabras en la realidad, realizándola en un diálogo real, poético. El mito nos sostiene, es el alma del lugar, las religiones nos dan más precisión en la Visión retenida por la palabra sagrada, la filosofia cosntruye el discurso racional para que se supere con la poesía, pero sólo a través de estos escalones puede escalar más alto, hasta superar estas estructuras, estas eras imaginarias de la imagen en espejo del cosmos.
De éste primer cerebro consciente, no inmerso inconsciente en el espacio y la naturaleza, surgen los arquetipos y los símbolos que son eternos.
Elegir nuestro arquetipo es fundamental, quizá fuimos escogidos por él, sólo así podemos dialogar con profundo vuelo.
Si nos preguntamos cómo surgió la forma mítica, diremos que primero fue la materia, la mater, la madre, que dio origen a la madera (antes mucho antes, quizá, el nudo nido de la energía que formó a ésta y del cual todo nació, el Espíritu, por llamarlo, la fuente original). La madera nos dio la casa, después de la cueva) a una primera percepción del hombre primitivo fusionado al caos, al espacio y no al tiempo, con orden apenas para la supervivencia. De la madera, madre, materia, se construyó el primer templo en el claro del bosquecillo sagrado, el primer orden cósmico, el templo cósmico, de ahí se desdoblaron la presencia y el testigo que dieron lugar a las religiones, al tiempo lineal, no cíclico, y a los templos de piedra, y posteriormente, con vitrales sofisticados que concentraban la luz del cielo sacralizándola, concitándola, concentrándolo en el templo como centro del universo, de ahí se desarrolló el logos, la palabra sagrada religiosa, el símbolo manifestado, siguieron la hermenéutica y la mística en la palabra sagrada como sus cúpulas por donde entraba esa luz, esa revelación del Espíritu, las claves del sentido, las categorías de la jerarquía y la trascendencia, una axiología más compleja, un orden mayor y más misterioso, poderoso, el encuentro místico consumación de todo lo simbólico, de ahí la razón, el renacimiento simbólico y la configuración mágica, lo sagrado y la fe dan lugar a la revelación de la razón, el infinito expuesto alegóricamente, las luces y sombras del barroco en la ilustración y posteriormente el repliegue crítico de la razón que origina al inconsciente romántico y al mito revalorizado para que advenga el retorno del espíritu hasta la cesura trágica superada completamente y la consumación espiritual llegando, formándose.
Eugenio Trías es el psicopompo en estos pasajes evolutivos del espíritu:
Materia > madre jerarquizándose > Mundo> creación de éste > Cosmos> orden desarrollándose> Casa del ser> Presencia, en distancia infinita> Logos (jeroglifos, constelaciones, palabra creadora): clave hermenéutica, astrología, mística, Libro de los muertos (guías del inframundo para el regreso triunfante y revelador), conjunción simbólica> imaginación simbólica> fiesta sagrada> recreación cosmogónica> Nueva Era Espiritual.
La poesía como tal nació cuando nace la agricultura y la consciencia mítica de los ciclos del tiempo: el mito de Perséfone. Los astros son el ábaco para el conteo preciso de la siembra y la cosecha, son las palabras que nos muestran nuestro destino con las acciones de los dioses en el firmamento, ya con un sentido. El mito fundamenta la fiesta sagrada que celebra con su calendario exacto, inmutable, la fertilidad y la inmortalidad.
Todo fluye desde el universo del mito, que ha tenido nuevos intérpretes brillantes desde Elíade, Kerenyi, el Círculo de Eranos, Jung, Heidegger, Otto, Kerenyi, Corbin, Trías, Cambell, etc. Hasta nuevos filósofos y pensadores (como Le Grice, Harpur) que unen mito, arquetipo, mística, filosofía y ciencia, astronomía, astrología y poesía.
El mito pues, no es un discurso primitivo ni infantil, “es la memoria viva de la cultura”, la luz más clara del origen, la más clara luz, “el más bello y significativo tesoro simbólico”. El sentido de la vida, la muerte y el sacrificio, la puerta a la comprensión del Misterio del cosmos, el sostén social desde la psique. El mito es universal, arquetípico y simbólico, es nuestro pensamiento original, fundamento del orden y la imaginación (que es la imagen del firmamento), base, piedra nodal de la catedral del Cosmos, nuestra imaginación permanente y nuestra base racional flexible, poética y espiritual, nuestra casa del Ser y nuestro futuro brillante consolidándose, uniendo todas sus partes de desarrollo de la conciencia del Espíritu. El mito nos muestra el camino, que es el camino de lo sagrado (y su complejidad), de la luz sobre o entre la oscuridad.
El mito sigue resguardando, desde todas las épocas, y eones, universalmente nuestro espíritu, nos habla y canta en la literatura, los cuentos de hadas, las formas de las lenguas, el arte, la religión, la ciencia y la filosofía, y sobre todo en la poesía.
Mito, símbolo y poesía están intrínsicamente unidos:
Sólo podemos ver el pasado en el cielo, es decir, en el futuro, las estrellas que observamos son la luz de las estrellas que ya no existen, pero en el cielo (la película del pasado) está nuestro futuro, pero no negativamente: aquel pasado que es futuro, sin embargo, nos ofrece un escape que es Orfeo, el orfismo rompe las ruedas de las reencarnaciones, supera las formas cíclicas mortales, y nos convierte en estrellas vivas, eternas, divinas. La luz del Cosmos no ciega, “es un monumento a la eterna contemplación”, dice Novalis, es nuestro Templo que sostiene y detiene al tempo, al tiempo. Esta lámpara-templo que destruye al tiempo, que nos proeje de él, es la misma belleza que dialoga con las estrellas terrestes, las flores. El orden y la armonía del universo, en espejo, es celebrado por el mito y las religiones, las esferas moviéndose producen con su movimiento el canto de un ángel, dice Shakespeare. La luz del universo ilumina nuestro cerebro y éste los pensamientos. El mito tiene relación íntima con la belleza del universo, es su voz, su imagen más clara, el reflejo de su orden y armonía, puede expresar la categoría de los sublime, el universo es la voz de la luz de las estrellas que nos encantan, la poesía es su canto, la musa y el ángel elevan al poeta en sus escalas (la arquitectura arquetípica de la psique). El mito, en sí, es belleza insondable como el universo. Meyerhold decía que “no todas las verdades son bellas pero cualquier belleza es la verdad”, así es que el mito es la verdad, como el firmamento. El mito explica por primera vez el origen del todo y esta intuición se despliega hasta nuestros días en una revelación, por eso es universal (de universo y mundial) en todos los sentidos. El mito es el puente entre el universo y la poesía, así como la poesía el puente entre la voz de lo sagrado o de los celestes y la voz esencial, mejor, del pueblo, su tono, según Hölderin y Heidegger.
Del maravillarse ante las luces del Cosmos (y su orden en movimiento) surgió el mito (el primer pensamiento, el inicial filosofar, escribió en su Metafísica Aristóteles) y sus distintas formas (maravilloso, cosmológico, teogónico, antropogónico, etiológico, escatológico, etc.), y su lengua: el símbolo y la poesía.
El símbolo es la lengua del mito. A mayor poder simbólico mayor trascendencia del mito, a mayor riqueza simbólica mayor sincronicidad con la realidad, primero es el símbolo y después la realidad, dice un poema del libro. Orfeo y Perséfone son profundamente simbólicos, actuales. El símbolo es el sello dividido, que lanzado al mismo, desde distintas playas lejanas, se re-une. Signo visible de la realidad invisible que ensambla los dos planos del ser: Diabálico, diaballeim (lo que está separado) y symballein, ensamblación: símbolo.
El romance de la Vía Lactea, uno de los mitos japoneses más antiguos, el más bello, mito cosmogónico, agrario, muestra como la agricultura dio origen al mito y éste a la poesía (los tankas, haikus y rengas) y su profunda, riqueza simbólica (la vía láctea es el río que separa a los amantes dioses, castigados por no ofrecer sacrificio, en la intensidad caótica de su pasión, a los dioses tutelares), es el mito de la reunificación del cielo y de la tierra, un mito del sentido de las ofrendas como intermediadoras entre los dioses y los hombre, el sacrificio es el diálogo entre los Otros y nosotros: tankas y rengas escritos en papel arroz con tinta china a los Dioses (y al Adán y Eva Orfeo y Eurídice, Eros y Psique, Perséfone y Hades, japoneses) un rito-mito de la fertilidad. Estos textos, que pedían por una buena cosecha, se lanzaban al río del lugar, que al deshacerse en el agua, evaporándose, llegaban al cielo, la morada de los dioses, Ellos los devolvían en forma de lluvia y de rayos, recompensando el sacrificio -el diálogo sagrado-, con el lenguaje de los signos de los celestes. Gracias a estos poemas, el río celestial permitía que los amantes se reencontraran cada año en el verano, y se amaran dando lugar a la fertilidad y la reproducción: a la felicidad.
La realidad verdadera surge del símbolo, lo unido, lo ensamblado, No de lo desunido que es lo diabólico. Puesto que a lo inconmensurable, el todo, no lo podemos percibir, Sólo lo podemos simbolizar (y mitologizar): el pensamiento sensible. El diablo nos distrae, nos vende la parte por el todo. Un espejo roto por el mar, una oscura pluma caída, por el cielo. Lo diabólico separa, lo simbólico une (como el mito y la poesía, su estructura común es la Unidad, el Uno, lo sagrado y lo divino). El símbolo es la contraseña, la llave de oro, para penetrar en lo sagrado. Es una llave de luz forjada por un rayo. Catalizador del espíritu le da el alma al lenguaje, le dona su forma sonora y visual, y hace hablar a las cosas.
Perséfone, “la doncella vieja, la anciana joven”, es el símbolo real de la naturaleza madre de los símbolos, madrastra dura de los diábolos-demonios y de su desunión. Anciana hermosa, deslumbrante y joven reina sabia, siempre vieja y siempre joven, con cabellera blanca en el invierno, dorado trigal en primavera, pelirroja en el verano y el otoño. Así el cabello de fuego de Hades (o el de las estrellas binarias), que con seis semillas, seis meses, de granada (en el mito refleja al huevo del universo y sus estrellas y la sangre de la vida y su menstruación) la esposó y desposó, pero ella tomó la corona de la fruta, y la obsequió a los reinos legendarios, los de los cuentos de hadas que siempre están ocultos, en las islas o colinas, en los espesos bosques para los que no ven, y tomó el sexo sangrante de la poma, y nos abrió la vida y su fertilidad. Ella es lo que ya está más allá que es un más allá, transportada a su meta: Metáfora original. La naturaleza cambia y permanece, cambia para permanecer, permanece para cambiar (como el mito y el universo, sin perder su esencia, sólo multiplican sus formas, así el Ser). Reúne a Heráclito y Parménides, al melancólico de Éfeso y al alegre de Elea, al hielo y al fuego. El hielo es agua que quema, el fuego es un manantial que en sí mismo se ahoga, y por sí solo se hiela. Reúne al ente que está siempre cambiando, y al Ser que es permanecer. A lo que nunca permanece igual y a lo que siempre es, pues Es. La nada ya no es nada si la puedes nombrar. Pero la nada sería lo permanente, si el cambio existiera. Lo que existe es la esencia y ésta nunca cambia. El bosque y el ápeiron son inmortalidad. La voz del crepúsculo y del alba, fonógrafos de luz en expansión de agudo a grave hasta llenar la tierra. El canto de la cascada de notas misteriosas del ruiseñor (el dios de la poesía, Orfeo), recibiendo a la diosa, abriendo paso a la Reina: Perséfone, madre natura: tesis, antítesis y síntesis: Mater, materia, madera de la Casa del Ser. Unidad del Reino, sentido de lo sagrado, lo sangrado. Cicatriz abierta, fruta espléndida, redonda embarazada, Esfera terrestre que encierra el fuego estelar, apretada de gemas, cristales jugosos, semillas, espejos del firmamento, desdoblándose, reproduciéndose sin fin en los surcos estelares. Kore, esbelta espiga recogiendo flores. Reúne al río cuyas aguas nunca pisamos dos veces y lo que nunca cambia, lo que Es, el río donde siempre te bañas, el río de la Vía Láctea, reflejado en el río, en el río del tiempo, que no existe. Sólo las apariencias cambian, mas no la esencia El fondo del río es el mismo, su limo es el mejor barro para esculpir las cerámicas más finas. La única realidad eterna es el Ser, la naturaleza cósmica. Lo que no es no está ligado, sólo lo que es está tejido en la cadena áurea (órfica-pitagórica). Le obsequiaron a Kore la cadena de la Vía Láctea con joyas que hablan con sus flores. Lo que es Es, es la unidad, es el Ser. La parte contiene al todo El todo está en la parte, en todas partes, en todas las partes, nada es partido, el todo es repartido, compartido, todo no es sin una parte. Pero en sí no existe la parte, sólo existe el todo (mensaje del mito y la poesía). El texto es un solo Verbo desplegado, es el tejido de oro. Y el Verbo una sola letra de donde parten todas las letras. ¿Alguien puede ver el universo, la unidad del Verso, como una sola letra? Es la letra que suena entre las temporadas, la música de las esferas, tan alta que se oye sin sonido, que canta en el silencio. Es la letra que sueña, la letra de la resonación.
El Motor Inmóvil lanzó el Logos, la palabra que encendió el mundo y ésta se transporta hasta regresar a la fuente del origen. Como lo hace Perséfone en cada estación, al regresar al hades, con Hades, en invierno y retornar al mundo en primavera. (Al regresar con el esposo, con su madre Deméter, diosa madre de la Casa, la materia, la madera del espíritu, la cruz encendida en la estrella del desierto para anunciar al niño Dios, la portadora de las estaciones y las dimensiones, las puertas por donde entra Perséfone).
Como lo hace Eurídice, “la de la inmensa justicia” con Orfeo, “el que cura con la luz”, una regresa a la oscuridad, de la luz, otra a la luz, de la oscuridad. Infierno-invierno, fuego y agua. Así crea el ciclo infinito de las temporadas (el mito es cíclico y la estructura clásica, modélica, arquetípica de la poesía, también). La ida y el retorno se dan en todo, el universo es una semilla brillante, la semilla es el árbol constelado del verso, el surco de ida y vuelta. El cambio es sólo el brillo del cabello, los ojos y los pasos de Perséfone. Su cabellera es el río iluminado por la luna o encendido por el sol. Y se conectan los dos en un sólo resplandor.
En medio de lo sagrado y lo profano, lo terreno, está el vacío. El símbolo, el mito y la poesía lo trascienden. El poeta es el testigo del Ser que canta el símbolo (el profeta el testigo de la Presencia en las religiones. El poeta es shamán, el mago en el mito, o un poeta mitificado). Perséfone, perseverante, es la Naturaleza, el jardín que danza las estaciones con las galaxias. Ella nos toca con su canción astral, con su épica balada, con los anillos dorados de sus ciclos incrustados de planetas y plantas esplendentes Y en las notas de las cabañuelas (sus pequeñas cabañas, ventanas a las temporadas, espejos frente a sus espejos), donde todas las estaciones se reúnen a conversar de astros (lenguas, musas, ángeles) y destinos con los astros. Y a beber la cerveza oscura del sol o el vino dorado y suave de la luna, y a celebrar los ritos (que proyectan al mito del plano lingüístico al espacial y temporal cíclico) del cambio y de la permanencia. Del cambio permanente repetido. Del cambio que no cambia, del cambio que aparenta. Nos suele demostrarlo. El símbolo es el destello de lo sagrado, el claro eco de la otredad, el mito su primer templo, primera casa del Ser.
¿Puedes compartir dos poemas de Orfeo en el jardín?
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Las estrellas aplastan a las serpientes
Las estrellas aplastan a las serpientes
En la boca, sus colas se retuercen.
El Dios Orfeo mora infinitamente
Lo abierto, sus alas son el abismo
Así su canto es fácil, muy ligero
Mas canta de verdad: es otro aliento
Un hálito de alas que en Dios sopla,
El Viento. Ya no teme a nada, es Ser,
Estrella y con destellos de su lira
Aplasta el silencio de la oscuridad.
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En astrolabio
En astrolabio de nocturna rosa
O en la azul tundra de la vieja bruja
De las lenguas más insólitas y hermosas,
Con Blake o Borges alabando al tigre:
Noctívago fuego, simétrico oro,
Crepúsculo de invierno, infierno fiero…
Prefiero yo al colibrí que alto arrastra
En su cauda un arcoíris sideral
La sagrada y celeste antientropía
Y al arquetipo astral de la Unidad
El Alma más allá de lo terrible
Y el Misterio, el mensaje deslumbrante:
La Claridad, el Aire, el Esplendor,
El hodierno sin odio, miedo, infierno.