Las otras voces del Paraíso
Víctor Bravo
Las otras voces del Paraíso, de Rubén Reyes (México, Yucatán, 1953) , desde el lugar crítico y reflexivo de la ficción, se inscribe, podríamos decir tomando la frase de Mariátegui respecto a la problemática Inca, en el problema del indio: la belleza y densidad de su visión de mundo y los cercos para su expresión y su gravitación cultural; el terrible despojo de la tierra, y su situación, de orfandad y explotación, sus idealizaciones y su derrota: la proyección de sus utopías y las contundentes derrotas de esos sueños utópicos.
Las otras voces del Paraíso es un hermoso y estremecedor relato de la persistencia de la utopía desde la carencia y la orfandad; y de la fatal derrota de esa utopía.
El relato nos muestra la entrañable relación con la tierra y con el trabajo de la milpa, (“la tierra está en nuestra sangre”), el arrebato de la tierra por el poder y el exilio indígena hacia el trabajo de terrible explotación que condena al indio a separarse de lo que lo constituye y a someterse a un destino de carencia.
En esta obra, como de manera sostenida en toda su poesía, Rubén Reyes alcanza su expresión estética y reflexiva desde una poética de la naturaleza, poética cuya fuente tiene su centro en la sensibilidad indígena.
En la sensibilidad poética de Reyes se expresa el saber y la sensibilidad de la cultura maya ante el mundo. Esa poética se anida en el relato y nos muestra la cercanía de la tierra y de la sacralidad; y, como vertiente de la sacralidad, la dimensión profética que la cultura maya lleva consigo.
En el horizonte de la mutilación donde una cultura queda desmembrada y en la orfandad, la belleza brota por los intersticios, tal como puede observarse también, por ejemplo, respecto a la cultura incaica, en novelas como Los ríos profundos, de José María Arguedas. En el relato de Reyes, en el contexto del despojo donde “no queda ni gota de esperanza”, los recuerdos sagrados, no obstante, “persisten hundidos” y brotan en el decir de los abuelos y en la lengua. Así se dirá: “…te darás cuenta de que en realidad nuestra lengua no habrá de gastarse, porque viene de muy adentro. Es como el agua del cenote, que corre en lo hondo, por debajo de la piedra, pero que tan pronto encuentra un claro, asoma fresca nuevamente”.
El relato focaliza el origen de la extrema carencia en las políticas del gobierno. Nos recuerda textos magistrales del vivir en la carencia, tales los relatos de Juan Rulfo. Así, por ejemplo, en Luvina:
“—¿Dices que el Gobierno nos ayudará, profesor? ¿Tú conoces al Gobierno?
Les dije que sí.
—También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del Gobierno”.
En el relato de Reyes las malas políticas del Gobierno son señaladas como causa del hambre y la carencia indígena, unidas a la violencia del narcotráfico, señalada brevemente en el texto. En relatos de otros escritores con esta intencionalidad referencial, por ejemplo en José María Arguedas o Rosario Castellanos, las fuentes de la expoliación se reconocen también, de manera enfática, en el amo, el gamonal, el señor dueño de tierras y vidas. Es necesario agregar, no obstante, que en el relato de Reyes esta figura sí está presente, aunque podríamos decir que de manera no enfática.
De este modo se dirá, por ejemplo: “…la liviandad de los amos con las jovencitas de la hacienda tendría que colmar la paciencia divina”. Carencia y ansias de una plenitud que dibuja con levedad la utopía indígena. Ansias de pasar de la sobrevivencia a la superación de la carencia.
Todo se desdibuja en multiplicidad de voces, como los murmullos en Pedro Páramo, para confluir, en momento de gran sabiduría narrativa, en la utopía amorosa que se dibuja en la idealización del deseado matrimonio en Adrián Canul; la intensa confluencia de signos proféticos de la imposibilidad, y la negación de esa idealización en el desdoblamiento de Sofía; desdoblamiento que se abre hacia el juego de significaciones de Sofía / Catalina.
En correspondencia con ese desdoblamiento, hacia donde confluye el relato revelando la más extrema derrota de la idealización, una metáfora recorre con su densidad de belleza todo el texto: la metáfora del reflejo como afirmación de la idealización amorosa, y su destrucción, como representación de la derrota. Citemos uno de los innumerables momentos de esta metáfora:
“Florecía la mañana, un resplandor en el aire alumbró el surco diseminado en el desvelo; suspendido en el silencio, un chupaflor se hizo astilla de reflejos en el espacio”.
Las otras voces del Paraíso, de Rubén Reyes es reflexión e interrogación, desde el lugar del relato, de la destrucción y supervivencia de una cultura, del despojo y la carencia, de la idealización y la derrota, las dos vertientes de la utopía.
Les invitamos a su lectura y agradecemos al escritor Ruben Reyes y a la editorial Lectámbulos (Cuba) , por permitirnos que podamos descarga la novela.